Llars El Temple estuvo ayer de celebración con motivo de su 140 aniversario. La entidad que atiende a menores vulnerables abrió sus puertas a antiguos niños tutelados que ya son adultos y han conseguido rehacer su vida, además de profesores, médicos y allegados a esta institución que forma parte de la sociedad mallorquina. Las vermelletes, miembros de la Congregación de las Trinitarias, son una parte fundamental para entender la historia de Palma y de la atención a los menores más vulnerables, para los que han trabajado a lo largo de 140 años.
Como señaló Salva Pérez, miembro de Llars El Temple, «queremos abrir la casa a todo el mundo para dar a conocer nuestro trabajo. Queremos dar una visión positiva sobre la protección de menores». María Isabel Ferrer, representante de las Trinitarias en el Temple, advirtió que «este es uno de los actos más importantes que celebraremos por los 140 años del asilo de la Sagrada Familia del Temple». Han sido años de atención a niños que gracias a nuestra acción han conseguido una vida digna y feliz».
La conferencia corrió a cargo de Pere Fullana Puigserver, doctor en Historia por la UIB y vicedecano de Educación Social, y Joan Josep Matas, doctor en Historia por laUIB. Fullana explicó que Llars El Temple nació como asilo de la Sagrada Familia del Temple en 1882, gracias al empuje de Leocadia Tugores, conocida como la condesa de Ayamans, y sor María Ramis. Será Tugores quien adquiera El Temple, donde se aposenta aún, para crear un espacio de atención a niñas huérfanas.
Pese a la dureza de los primeros años, en los que no podían obtener ingresos por rifas o espectáculos para obtener fondos, salen adelante. «En 1888 intentan crear su propia congregación», las Hijas de la Sagrada Familia, aunque pasan por dificultades. Con las huérfanas y su característico hábito rojo, por el que se las conoce como vermelletes, pasan muchas horas en la calle pidiendo limosna y las niñas «son utilizadas para llorar a los muertos por limosna. Se las instrumentaliza pero para conseguir fondos para su atención».
Se las prepara para trabajar «en el servicio doméstico o donde se considere dada su categoría social». Un porcentaje elevado de estas religiosas habían sido antes niñas de este asilo. «Fueron mujeres de origen social humilde, castas, incultas, pero resilientes, que no se enriquecían y carecían de contactos. Pero su aportación a la historia fue muy importante», dijo Fullana.
Joan Josep Matas explicó que en 1974 la congregación se fusionó con las Terciarias Trinitarias y pasan «de asilo a llar [hogar]». La tutela de menores evoluciona y se cumplen pasos para lograr «la justicia social, para que los huérfanos tengan vida más allá de estas cuatro paredes». Se avanza hacia un modelo educativo, los jóvenes de El Temple consiguen acceder a estudios universitarios. Hoy son un ejemplo de hogar cálido para niños y jóvenes vulnerables.