La vicepresidenta de Sostenibilidad de Meliá Hotels International, Lourdes Ripoll, ha afirmado que la apuesta por la sostenibilidad aporta valor a las empresas, pero que el reto actualmente es cuantificar ese impacto en la cuenta de resultados. «Todavía estamos a años luz de poder cuantificar ese impacto en las cuentas de resultados de las compañías de una forma holística y conocer si los clientes toman en cuenta criterios de sostenibilidad. Ahí está el reto de cómo ponerle un número a esos criterios ESG», ha dicho sobre los objetivos que aspiran a cumplir las empresas en materia medioambiental, social y de gobierno corporativo. Ripoll ha explicado que existe un impacto tangible derivado de los avances en sostenibilidad en los principales indicadores medioambientales y sociales que se gestionan y reportan anualmente y también un impacto reputacional, que «no se puede medir», pero que se traduce en reconocimientos y premios recibidos en esta materia.
En cuanto al comportamiento de los clientes del sector hotelero al buscar un alojamiento, la vicepresidenta de Sostenibilidad de Meliá cree que probablemente se sientan más inclinados a elegir a aquellas empresas que «hacen una apuesta más sólida en materia de sostenibilidad». Sin embargo, considera que el conjunto de medidas de sostenibilidad que se aplican en los hoteles es en algunos casos «poco visible» aún para los potenciales clientes. En cualquier caso, la directiva ha indicado que, al escoger un alojamiento, «todavía los factores determinantes suelen ser el precio, la ubicación o, quizás, la marca», mientras que otras consideraciones quedan en un segundo plano.
Para Meliá, «la sostenibilidad es una apuesta desde hace muchos años», según Ripoll. «Nosotros empezamos de forma muy sólida en el año 2014, aunque ya antes habíamos iniciado parte de un camino más centrado en la gobernabilidad y en ordenar ese proceso de compromisos públicos, políticas y código ético», ha agregado. Actualmente, la legislación de la Unión Europea «está marcando grandes retos para las grandes empresas» en este aspecto, «sobre todo para las empresas cotizadas, de forma muy exigente y muy constante», ha apuntado. Y aunque le parece positivo que esas grandes compañías sigan ejerciendo como «tractoras» en las prácticas sostenibles, también ve necesario «los pequeños empresarios empiecen a moverse» para que todos puedan trabajar conjuntamente e intentar cumplir los objetivos europeos.
Por ejemplo, en relación con el proyecto de economía circular impulsado en Mallorca por Tirme, la empresa concesionaria del servicio público de tratamiento de residuos urbanos de la isla, y en el cual Meliá participa a través de cuatro hoteles, ha comentado la importancia de que exista «un tejido empresarial, de pequeña y mediana empresa, que sea el que recoge esas oportunidades de circularidad». En este caso, Meliá entrega los residuos orgánicos que produce a Tirme, que los trata para generar un compost que luego entrega a agricultores, los cuales cultivan alimentos que después venden a la compañía hotelera. Todo este proceso tiene un recorrido que se traza de principio a fin mediante una tecnología de blockchain, algo que ha resultado «clave para unir a todas las partes y que se implicaran de forma consecuente», según Ripoll.
También es fundamental la implicación de terceros en otros ámbitos, como puede ser la implementación de prácticas sostenibles en aquellos hoteles que Meliá gestiona pero de los que no tiene la propiedad. «Nuestro objetivo es ir avanzando en todo el 'portfolio' de la compañía» y por eso «en los hoteles en gestión estamos intentando convencer con datos, con resultados y con impactos» a los propietarios, ha manifestado. Esa labor de convencer la realizan igualmente si, por ejemplo, pretenden dejar de usar botellas de plástico en los hoteles de determinados países donde es más difícil encontrar proveedores que las fabriquen en vidrio: «Intentamos buscar alianzas, como partners y con el propio sector, para que el proveedor se ponga a elaborar ese producto según nuestras propias necesidades". Otras maneras que tiene Meliá de promover la sostenibilidad medioambiental y social son respetar ciertos criterios en la construcción y la reforma de sus establecimientos; aplicar modelos de gestión del agua basados en la circularidad --como en el Hotel Villa Le Blanc de Menorca--; y trabajar para reducir sus emisiones de gases contaminantes.
En relación con esta última cuestión, la compañía se ha marcado el objetivo de disminuir en más de un 70% sus emisiones para 2035 con respecto a 2018. «No es un objetivo fácil», ha reconocido Ripoll. Si bien ve factible cumplir el compromiso en las emisiones de alcance 1 y 2, por el cambio de combustibles fósiles a energías verdes, en el caso de las emisiones de alcance 3 el reto es involucrar a toda la cadena de valor. «La implicación de los 'stakeholders'», como los proveedores o los clientes, «es clave», ha concluido. En el plano más social, Meliá ha desarrollado proyectos, en colaboración con entidades como la Fundación Pinardi o la Fundación La Caixa, para formar profesionalmente a personas en riesgo de exclusión que en algunos casos se incorporaron después a la compañía. Esto también dio lugar a «plantillas mucho más diversas», algo que «siempre enriquece», según Ripoll.