Las peluquerías son, probablemente, uno de los sectores más sensibles a sufrir crisis. Esta es su tercera tormenta perfecta y, aun así, mantienen sus tarifas como si fueran rocas inamovibles. «Con la subida del IVA, en 2012, fueron pocas las que modificaron precios; con la pandemia, asumimos los gastos. Este año, las marcas con las que trabajamos nos han subido la cuantía unas cuantas veces», indica el presidente de del Gremio de Peluquerías de Balears, Rafel Rubio.
La inflación ha llegado y con fuerza a estos negocios. Si antes la factura de la luz suponía en torno a un 3 % de los gastos, ya está cerca del 7 %. Pagan el doble que antes, sumado al encarecimiento de la materia prima.
Claudio Hernández es propietario de la peluquería Absolute y reconoce que ha pasado de pagar unos 300 euros al mes en electricidad a 560 en su última factura. «Nos está afectando mucho pero no es momento de incrementar costes. Estamos aguantando». Las peluquerías mantienen abiertas una media de once horas al día. Usan secadores, planchas y demás objetos conectados a la luz sin interrupción. Claudio no sabe cuánto más podrá sostener esta situación, donde cada vez hay más gastos y menos ingresos, y no descarta que en un futuro próximo haya que ajustar tarifas.
En la Academia Llongueras de Palma se ha incrementado hasta un «70 % el gasto en luz», afirma la coordinadora Antònia Vives. Este será el primer año que tomen medidas para afrontar esta inflación, que se traduce en subir precios. El consumo eléctrico es importante, y más nosotros que somos una academia», insiste.
Clientes
Una de las mayores preocupaciones por las que, de momento, no deciden subir precios es por no perder clientes. Así lo explica el estilista David Carretero. «Si subimos precios no es por ganar más, sino por equilibrar la subida de los productos. De momento, intentamos no modificar la tarifa. No puedes estar afectando cada dos por tres a los clientes, pero lo que veo es que si no cambia la cosa a final de año no nos quedará más remedio que hacer algún cambio».
Jorge Martín es también estilista y asegura que el incremento de la luz «me afecta bastante. Pago al menos un 40 % más que antes». En su caso, también aguantará esta inflación pero sin descartar cambios. «Mi miedo principal es que, si subimos, los clientes dejen de priorizar las peluquerías», justifica.
En sí, los empresarios insisten que desde la pandemia el número de clientes ha bajado. Esto se suma a que las marcas con las que trabajan también les han apretado la cartera. Rafel Rubio, presidente del gremio en Balears, no descarta que las facturas de la luz en los meses de invierno «sea incluso superior a otros años». De momento, valorarán la evolución de la inflación durante la próxima estación del año.