Preocupación entre los ganaderos de Mallorca por la negativa de Emaya a aceptar animales muertos en su depósito. La voz de alarma saltó el pasado viernes cuando dos ganaderos tuvieron que activar el protocolo para retirar tres animales muertos en sus granjas. Una vaca en Campos y tres cerdos en Ariany.
Al llamar a la empresa aseguradora para que retirara los cuerpos sin vida de los animales y los trasladara a Emaya, comprobaron que la empresa pública de Palma que trata este tipo de restos de origen animal no los aceptó. Emaya argumentó que tenía llena la celda donde se depositan los restos.
La preocupación de los ganaderos llegó incluso a los responsables de las organizaciones agrarias ya que en pleno mes de agosto y con las elevadas temperaturas, los payeses no saben como actuar ante la negativa de Emaya a recibir los restos animales. Desde la empresa pública palmesana alegan que la celda donde se deben depositar los restos animales está llena y que «se está tramitando su ampliación» que puede durar meses. Por ello, hasta que no se cuente con mayor espacio «no se pueden llevar animales al vertedero de Emaya», señalan.
Los argumentos no coinciden con los que da la Conselleria insular de Medi Ambient y máxima autoridad en residuos en la Isla. Desde el Consell aseguraron este lunes a este periódico que el recinto de Emaya está autorizado por la Comissió Balear de Medi Ambient para 248 toneladas al año. «Según nuestros registros, este año han entrado en el depósito de Emaya 151 toneladas, por lo que entendemos que todavía queda margen para llegar al límite autorizado», apuntan.
Las versiones de Emaya y Consell difieren sobre las toneladas recogidas. Tampoco desde Asaja creen los datos que da la empresa pública palmesana. «Es imposible que esté lleno; hace dos meses que está en marcha el acuerdo para llevar los animales a Emaya, y se han depositado unos 40 o 50 cuerpos» apunta el gerente de Asaja, Joan Simonet, que confirma que los ganaderos firmaron un seguro agrario para la recogida y posterior depósito que ahora, dos meses después, ya no les sirve. «Tendremos que volver a declarar zonas remotas; solo así se podía enterrar una vaca o seis ovejas por cada hectárea de finca, con el riesgo medio ambiental que ello conlleva», lamentaba ayer Simonet.