Fuego, música, magia y mucha mucha alegría. Los dimonis dieron anoche el pistoletazo de salida a la Nit de Sant Joan. En el Parc de la Mar, en el mismo corazón de Palma, con la catedral de fondo, lo hicieron con fuerza tras dos años de ausencia por la pandemia. La afluencia fue multitudinaria. «Otros años había gente, pero nunca había visto tanta», reconocía un miembro de la organización. Había ganas de fiesta. Miles de palmesanos disfrutaron de una tarde-noche de actividades, conciertos y correfocs, recuperando una de las más emblemáticas e identitarias fiestas de Ciutat. No faltaron la música, los bailes ni, cómo no, las hogueras.
Fue una fiesta especial, sobre todo, para los más pequeños. Para muchos era su primer contacto con los dimonis y los correfocs. A las 19:30h, apenas media hora después de iniciarse las actividades infantiles, se tuvo que cerrar el pintacaras debido a la masiva afluencia. «¿Ah, había que reservar?», preguntaba una madre. No. Ha vuelto a invadir el espíritu festivo mallorquín. Centenares de niños pudieron prepararse para su gran cita, pintándose las caras de dimonis, tigres o hasta de unicornios. También se dispusieron distintos juegos y un llamado ‘photocall endemoniat'.
A las 20:30h, de la mano de un bonito atardecer, el sonido de los tambores retumbó potente, avisaba de la llegada de la Flama de la Llengua, que prendió la primera de las muchas hogueras de la noche. Alrededor de niños y mayores expectantes, las llamas cogieron fuerza y, con ellas, decenas de dimonis de las colles Enfocats, Kimfumfa y Maleits Encabrits llenaron la esplanada con chispas, caras de espanto y gritos. Era el turno del correfoc infantil.
Entre los pequeños, llantos y caras de emoción. A Aisha Sosa, de 4 años, no le hicieron mucha gracia: «Me ha dado susto, pero un dimoni después me ha chocado la mano». Sin embargo, Jairo Lapaz Castellano, de 10 años, era de los confiados. Su prima le cogía de la camiseta con fuerza, evitando que se abalanzase hacia el interior. «Es que soy de Consell, a mí los dimonis no me asustan», decía orgulloso. El divertido estruendo finalizó coincidiendo con el atardecer y dando paso a un concierto de Roada. El ambiente fue excepcionalmente festivo y algunos se animaron con el ball de bot. Con las emociones aún a flor de piel, tocaba relajarse y cenar. Familias y amigos fueron reagrupándose y echando mano del servicio de bar, mientras la actriz, dramaturga y dimoni bufón de este año, Cristina Francioli, daba el tradicional pregón.
Ganas de fiesta
Y entonces, con público ya adulto y la explanada a rebosar... llegó el verdadero plato fuerte. Los graves tambores de la batucada anunciaron la llegada de los seres del infierno, saliendo de uno de los arcos de la murada de la catedral con un espectáculo como pocos recordaban. Las siete colles de dimonis Enfocats, Realment Cremats, Kimfumfa, Encabritats, Trabucats, Cau des Boc Negre y Trapalma, junto con las bestias de fuego de Drac de na Coca, Drac i Guardians de Sant Jordi y l'Òliba de la Real sembraron terror entre el jolgorio y encendieron la noche en el Parc de la Mar, entre gritos, risas y una lluvia de chispas, con 117 toneladas de pólvora.
Unos bailando sobre petardos, otros inmortalizando el momento y hasta algunos cubriéndose, asustados, hubo, al fin, tras dos años, derroche de alegría y adrenalina. Los palmesanos recuperaron una de sus fiestas más arraigadas. Justo un cuarto de hora antes de la mística medianoche, Xanguito y su grupo pusieron el broche de oro a la velada con una mezcla de sus míticas y más recientes canciones. Una Nit de Sant Joan, sin duda, para recordar.