La llegada de pateras a Baleares ha vivido un repunte en las últimas horas después de que seis embarcaciones de este tipo trasladaran desde el norte de África hasta nuestras islas a 113 personas de forma irregular. En un solo día las fuerzas y cuerpos de seguridad en el archipiélago han tenido que tramitar su situación a casi un cuarto de todos los migrantes arribados a nuestras costas en los seis meses que van de 2022. ¿Existe algún factor que estimule este incremento de la presión migratoria en Baleares, o se trata de un hecho puntual? Un anuncio alteró las agendas diplomáticas este pasado miércoles, precisamente el día en que más de cien migrantes fueron interceptados en las Islas.
En las últimas semanas hemos asistido a un cierto goteo de pateras, que este pasado miércoles se tornó de pronto en aluvión. El origen magrebí en todos los casos no enmascara la realidad ya tradicional de que la mayoría de pateras que llegan a Baleares o son interceptadas en la travesía parten de puertos argelinos. Así lo han reconocido los expertos en la materia y los testimonios de las personas que se juegan la vida en el mar lo acreditan. Precisamente Argelia anunció en esta misma jornada la ruptura de las relaciones comerciales y de amistad con España a través de la suspensión unilateral del acuerdo vigente en materia de cooperación y vecindad.
De este modo las autoridades de Argel han anunciado la suspensión «inmediata» de su marco de relaciones con España por el «giro injustificable» del gobierno de Pedro Sánchez sobre el Sáhara Occidental, en este caso apoyando la visión marroquí de la resolución del conflicto. Esto mismo argumentaron todos los grupos parlamentarios en el Congreso donde Sánchez se quedó solo con su nuevo enfoque sobre la solución más factible al conflicto saharaui, una vía que choca de plano con los planteamientos tanto del Frente Polisario como de Argelia. Así las cosas, la congelación del comercio exterior con España podría no ser la única consecuencia efectiva de la decisión de Sánchez de arropar a Rabat en un tema que permanece enquistado desde hace cincuenta años.
Este jueves el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, ha indicado que el Gobierno analiza las implicaciones prácticas que tienen las últimas decisiones anunciadas por Argelia, y que ofrecerán una respuesta «serena» pero «firme» en favor de los intereses españoles. La Comisión Europea les ha pedido sin tapujos que rectifiquen. Bien es cierto que la interacción a nivel comercial y de empresas con Argelia no es la que se mantiene con Marruecos, la economía pujante del norte de África, aunque hay quien teme que se acuda en esta guerra diplomática a otros mecanismos ya empleados en el pasado.
El canciller español asegura en público que el ejecutivo central desea mantener una relación constructiva con Argelia, pero en algunos ambientes se cuela ya una preocupación. ¿La ruptura del tratado de amistad por parte de Argelia con respecto a España incluye también que las oleadas de pateras se incrementarán de ahora en adelante? ¿Se utilizará la inmigración como una palanca de presión, como muchas voces autorizadas apuntan que hizo Marruecos con respecto a los saltos masivos a las vallas de Ceuta y Melilla para ganar el pulso del Sáhara? El tiempo lo dirá.