Con las enfermedades controladas por vacunas no hay que bajar la guardia pues «podemos volver atrás muy fácilmente», sentencia la coordinadora autonómica de vacunas, Antònia Galmés. La experta recuerda la historia reciente, en los años 90, con la desaparición de la Unión Soviética, «hubo un caos general y tuvieron problemas de vacunación que derivó en una epidemia de difteria. No solo les afectó a ellos, sino a países limítrofes con personas no vacunadas o que habían perdido la protección», explica.
A raíz de este episodio de salud pública, se tomó la decisión de añadir difteria a la vacuna del tétanos, que todavía ahora se suministra a los 14 años, «en ese momento vimos que hacía falta. Había relativa vulnerabilidad y se añadió este componente», relata Galmés, quien insiste en que «la reintroducción de una enfermedad es posible», debido a la movilidad.
Ante una persona que no cree en las vacunas, defiende que hay que explicarse bien, «sin ser prepotente, ni ofensivo». Porque al fin y al cabo, señala, «los padres se preocupan, sobre todo, por la seguridad y es algo que no explicamos lo suficiente». Galmés recuerda que hace unos años falleció un niño de Girona a causa de la difteria. No se había vacunado y «la bacteria circula, poco, pero no está totalmente erradicada».
Otro ejemplo de que en el momento en que se deja de vacunar se pierde la protección de gran parte de la población es, en cierta forma, la viruela del mono. «Los que estamos vacunados de la viruela ya erradicada, estamos más protegidos que los más jóvenes», añade. Así pues, Antònia Galmés recomienda aportar información técnica a los más escépticos. «Los habrá irreductibles pero no todas las personas que rechazan las vacunas son iguales».