En casa de David Morey, de 19 años, no pueden faltar películas, música y literatura. Tiene una habitación totalmente reconvertida en una sala de cine. Allí pasa horas junto a sus padres y no necesitan nada más. Una de las cintas que más le gusta es la de Los Goonies (1985) y las bandas sonoras son como su religión. David necesita la escritura y la escritura necesita a David. Su historia comenzó cuando tenía tan solo cinco años y medio. Le detectaron un rabdomiosarcoma parameningeo, un cáncer en las fosas nasales, que superó tras un año de tratamiento. Pero su periplo por los hospitales ha durado 13 años a raíz de problemas de salud derivados de su enfermedad.
En el verano de 2018 comenzó sin quererlo a plasmar todo su ser en las páginas. Entre cuatro paredes blancas (Edicions Talaiots) es su versión más dura y más optimista sobre la vida, la amistad y las enfermedades. El libro lo presenta este viernes, día 3, en el Colegio de Médicos y participará Rotary Club de Mallorca.
El principio
Todo comenzó con unos recurrentes sangrados en la nariz. David tenía casi seis años y no entendía nada, pero, tras el diagnóstico, el hospital se convirtió en su primer hogar durante largos meses. «En ese momento, yo lo viví desde la perspectiva de por qué tenía que estar encerrado. Recuerdo días largos, un ambiente blanco y repetitivo. Las bandejas que me traían para comer se convirtieron en algo incluso interesante. No sabía hasta cuándo tenía que esperar ni por qué los tratamientos de quimioterapia o radioterapia. A esa edad uno quiere jugar, estar con amigos, ir a la escuela. Ser libre».
Ese periodo duró un año, pero, tras superar el tumor, afrontó otra adversidades, como detección de la enfermedad de Perthes y cataratas. Así continuaría los siguientes 13 años visitando las cuatro paredes blancas. El joven iba a tercero de la ESO cuando un dictado de catalán le derivaría a la historia de su vida. «Una profesora me apoyó a que escribiera todo lo que me pasó», señala David.
El libro es una carta de presentación, contada en primera persona y «basada en hechos reales». Con esto se refiere a que «me he apoyado en mis historiales clínicos y de mi preocupación por salir de ahí e ir a clase.Porque salir era mi único objetivo en ese momento». La escritura abarca diez años de lucha, donde sus padres y su hermano aparecen como un pilar fundamental.
«Yo soy partidario de pensar que una persona se hace con sus experiencias vividas. A mí la experiencia del cáncer me hizo madurar y me ha hecho entender mejor el mundo y la vida desde una perspectiva global», confiesa. Porque David es de los que piensa que de algo malo se sacan cosas buenas. «Esa etapa me aportó conocer gente maravillosa en el hospital y tener una visión más humana. Sin embargo, esto me ha hecho observar también que la sociedad también es egoísta y busca su interés propio. Como que el hospital, para mí, era una burbuja llena de optimismo pero fuera no».
Lo de fuera se refiera a que cuando volvía al colegio tuvo que soportar las miradas incómodas de los compañeros por no tener pelo y situaciones de bullying. Un compendio de dificultades que le llevaron a cambiar de centro.
Nueva vida
Cuando le preguntas a David cómo se siente en estos momentos, dice que está desde hace dos años en una nueva etapa, «como si fuera otra vida porque es un cambio muy radical. Me han dado el alta en muchas consultas protocolarias que, por un lado, es como una satisfacción enorme pero también siento como un vacío a lo que ya estaba acostumbrado».
El joven tiene la sensación de que la vida le ha dado una segunda oportunidad y dice que le cuesta comparar «cómo era mi vida antes a cómo es ahora». David estudia una Formación Profesional Superior de Administración y Finanzas. Sigue adaptándose a este nuevo ritmo entre clases, estudios y tiempo libre. E intenta no desperdiciar el tiempo. Siempre que puede, aprovecha para ver películas. El otro día tocó Cantando bajo la lluvia.