Si hay un periodista de raza, ese es Alfonso Bauluz (Madrid, 1965). Ex redactor jefe del área de internacional de la agencia EFE, ha trabajado como corresponsal en África, Asia y América; y, como enviado especial, ha cubierto elecciones, cumbres diplomáticas, catástrofes y guerras, como la de Irak, informando de su invasión en 2003 como reportero ‘empotrado' con los marines estadounidenses, que le valió numerosos premios de periodismo. A mediados de marzo de este año fue elegido nuevo presidente de Reporteros Sin Fronteras (RSF), y con él hablamos sobre el nuevo periodismo, la cobertura informativa del conflicto en Ucrania o los retos a los que se enfrenta de esta entidad.
¿Sabe cuántos periodistas españoles cubren o han cubierto el conflicto en Ucrania durante estos 91 días?
—Estamos trabajando en una radiografía del conflicto desde el punto de vista del periodismo y las cifras andan en torno a los 130 periodistas o personas relacionadas con los medios de comunicación que han estado sobre el terreno durante estos tres meses de conflicto.
¿Esta cobertura mediática es diferente a la de otros conflictos que hemos vivido en los últimos años?
—Qué duda cabe. Por un lado, la proximidad de Ucrania hace que la gente muestre más interés, así como que haya miles de ucranianos residiendo en España u otros países vecinos. Los periodistas españoles desplazados al país, por ejemplo, se han topado con centenares de testimonios en perfecto castellano, ya que muchos residentes han trabajado en España o tienen familiares aquí. Tampoco hay que olvidar que se trata de una potencia nuclear que invade a su vecino. Y, por último, las consecuencias obvias y evidentes en los bolsillos de todo el mundo: sube el precio de la gasolina, se encarecen los alimentos...
Han fallecido 21 periodistas o personas ligadas a los medios de comunicación en Ucrania en 91 días, ¿esta cifra no es escandalosamente alta?
—Es la cifra que maneja la Fiscalía General de Ucrania. Sin duda es muy alta porque dada la proximidad de los dos contendientes, el ejército ruso ya tenía un listado de alcaldes, concejales y periodistas molestos para el Gobierno de Vladimir Putin. Recordemos que en el parking de un centro comercial de Kiev se ejecutó a Oksana Baulina, una periodista rusa muy crítica con su gobierno, con una bomba en su coche. Se trata de un crimen de guerra, hay que investigarlo y llevar a juicio a los culpables.
Con la mayoría de corresponsalías de los grandes medios cerradas, ¿en qué condiciones están trabajando los periodistas que de la noche a la mañana se han trasladado a Ucrania?
—Los medios tienen que entender que la precariedad sobre el terreno no se puede permitir. No solo hablamos de retribuciones dignas, es que se tiene que garantizar y respaldar la seguridad de sus periodistas y colaboradores. Tienen que portar su chaleco, su caso y un seguro. Desde Reporteros sin fronteras hemos ayudado a muchos compañeros españoles, sobre todo a freelance.
Se ha criticado a los enviados especiales por llevar chaleco y casco en un directo mientras los ciudadanos de a pie paseaban tranquilamente a su alrededor.
—No deberíamos hacerlo. Si hay que fomentar la cultura de la seguridad, deben portar sus equipos de seguridad siempre. Lo digo por experiencia, llevar chaleco y casco, incluso cuando duermes, no es cómodo. Luego las exageraciones en cámara dependen de cada individuo, pero salir con seguridad en cámara no es cuestionable.
¿Vamos a vivir un boom de nuevos periodistas con esta guerra?
—No tengo duda, la cobertura del conflicto va a a generar un boom de profesionales. Pero lo que me llama la atención y lo que me enorgullece es que la generación de periodistas del siglo XXI ya está sobre el terreno.
El apunte
El caso de Pablo González y la libertad de prensa, dos temas que colean
Reporteros Sin Fronteras (RSF) se ha tomado como un jarro de agua fría la decisión de la justicia polaca de mantener al periodista Pablo González otros tres meses en prisión provisional. Fue detenido el pasado 28 de febrero acusado de espionaje. Pero al considerarse un caso secreto, no se conocen las pruebas.
En este sentido, Alfonso Bauluz ha recordado que «el gobierno polaco ya está bajo la lupa internacional por querer controlar la pluralidad informativa y la libertad de prensa»; un tema en el que incide la asociación, que elabora un ranking anual y en el que España desciende tres puestos debido a la alta concentración audiovisual y la dificultad de los medios independientes para salir adelante.