El tiempo medio de espera para una cirugía bariátrica en el hospital de referencia ha pasado de los cinco a los siete años tras la pandemia. «Hay mucha gente que viene a informarse», explica la doctora Mercedes Noval, responsable de la consulta sobre obesidad mórbida. «Hay muchos casos, y crecen, pero no todo el mundo se quiere operar porque no funciona si no modificas los hábitos», señala. Esta cirugía de reducción de estómago es el conjunto de procedimientos quirúrgicos cuya finalidad es una disminución del peso corporal. Se realizan cambios en el sistema digestivo que ayudan a disminuir la talla y a mantenerla en el tiempo cuando ni el ejercicio ni la dieta son efectivos, o cuando se producen problemas de salud derivados del sobrepeso.
El grado de obesidad de cada paciente marca la prioridad en las cirugías y esto lo define el índice de masa corporal (IMC). Explica la doctora Noval que es el resultado de calcular el peso en centímetros entre la altura elevada al cuadrado. Si el resultado está entre los 25 y los 29,9 se trata de sobrepeso, lo que se conoce como unos kilos de más. A partir de 30 se trataría de un caso de obesidad en el que se dan varios grados. En nivel 1 es cuando el resultado está entre 30 y 34,9. En el nivel 2 está la franja de 35 y 39,9 y cuando la cifra de la IMC es igual o superior a 40 se trata de obesidad mórbida, que es cuando el paciente es candidato a la reducción de estómago.
Esta afección hace que crezcan otras. Por ejemplo se está incrementando la prevalencia de la diabetes tipo 2, así como la apnea del sueño que hace necesario dormir con una máquina. También la calidad de vida se ve mermada pues la obesidad se relaciona con la depresión, dolor de rodillas, espalda, ernias…