Maribel Alcázar es la presidenta de la Federació d'Associacions de Veïns de Palma y experta en participación ciudadana por profesión, porque mientras era funcionaria hacía de enlace entre la Administración y las entidades sociales, y por vocación, porque siempre ha estado vinculada al movimiento vecinal. Defiende el reconocimiento de estas asociaciones como elemento de vertebración de la sociedad y le gustaría que se tomará más en serio la labor voluntaria de los representantes vecinales. Asegura que muchas veces no se les escucha porque su mensaje es incomodo.
Tenemos que empezar por la actualidad, ¿qué opina de lo que está ocurriendo en Santa Catalina?
—Es un problema pendiente como en sa Llonja u otros puntos de la ciudad que se convierten en un garito dedicado al ocio y al negocio. La fiesta es incompatible con la convivencia, que se sacrifica en beneficio de pocos. Se está expulsando a la población de estos barrios.
¿Y cuál es la solución?
—En el caso de concreto de esta zona la respuesta de los vecinos ha sido muy clara: «no queremos milagros solo pedimos que se cumpla la normativa». Se tiene que aceptar que es una zona residencial y que eso exige limitaciones en el ocio a nivel de horario, ruido o concentración de establecimientos.
Los afectados acusan a Cort de ser demasiado permisivos en la zona
—Que el alcalde diga que la gente lleva dos años sin salir a la calle no es excusa. Puede que el haber estado tiempo tranquilos en la zona haga que la situación actual sea más insufrible, pero el problema es el mismo y no se ha hecho lo necesario para resolverlo. La política son soluciones no discursos. El problema está ahí, lo hemos visto todos. El Ajuntament tiene instrumentos, normativas, para poner soluciones, pero no se aplican. Este es uno de los grandes problemas de esta ciudad, que hay ordenanzas que no se cumplen.
Hay vecinos que han denunciado, ¿cuentan con el apoyo de la federación?
—Por supuesto. La denuncia es lo menos que pueden hacer por la crispación que se está generando. Además hay un tema importante, cuando interviene la policía es que ya se ha fracasado. Las soluciones, y eso es hacer política, tienen que tomarse antes de llegar a este extremo. Si no, no estás haciendo bien tu trabajo.
¿Cómo está Palma?
—La veo como reflejo de una sociedad dependiente de unos servicios dirigidos a un sector concreto, con lo cual más que de servicios tendríamos que hablar de servidumbre hacia un modelo de negocio basado en la diversión para otros. Palma no tiene tejido productivo que permita cierta autonomía. Es una ciudad vulnerable, al depender de algo tan frágil como el ocio y así lo ha demostrado la pandemia. Los precios se incrementan por el hecho turístico y eso hace también que acceder a la vivienda sea prácticamente imposible. También hemos empeorado, por ejemplo, en temas de salud, hay más equipamientos pero menos atención.
¿Está la ciudad limpia?
—No es uno de los peores momentos en limpieza, pero sí que tenemos un problema de crecimiento urbano. En los últimos 30 años Palma ha duplicado su superficie pero los recursos y servicios no han crecido en la misma proporción. Han aumentado pero no es suficiente.
¿Qué esta pasando con las ayudas que reciben para actividades?
—Pues que no las están pagando a tiempo. Proyectos presentados en noviembre a fecha de hoy siguen sin estar resueltos. Tenemos personal contratado para cursos y talleres a los que nos obligan a asegurar a pesar de cobrar 150 euros y de ser autónomos, y nos exigen justificar gastos de dos euros.
¿Está faltando agilidad para resolver el problema?
—Mucha, los niveles de burocracia son enormes. Hay retraso e impide que podamos desarrollar nuestras actividades sociales.
¿Pueden sobrevivir sin esta ayuda?
—Por supuesto, podemos sobrevivir, pero no hacer actividades. Hay vida más allá de los recursos que nos puedan dar. Que nadie piense que nos vamos a ir a casa porque respondemos a una necesidad social. Seguiremos existiendo. Pero es verdad que hay un fuerte debate en este momento de si valen la pena tantos esfuerzos frente a la angustia de la gestión a la que nos obligan si queremos dinamizar el municipio. ¿En que convertirán los barrios si retiramos todo este trabajo socioeducativo?, lo va a tener que asumir ellos. En 7 años que el Pacte lleva en Cort no ha tenido la capacidad de cambiar un articulo de la ordenanza que nos daría un poco de respiro. No podemos aplaudir su gestión en este tema.
¿Qué balance hace de esta legislatura?
—Si hiciéramos una encuesta entre las asociaciones creo que la inmensa mayoría dirían que contentas no están. Al menos en este momento. Es verdad que se ha incrementado el presupuesto pero de qué sirve si no nos llega en tiempo y forma.
Hay proyectos con mucho rechazo vecinal, en todos ellos Cort habla de procesos participativos, ¿está existiendo este diálogo?
—Los procesos participativos, tal y como nosotros los entendemos, son deficientes porque si tenemos que participar queremos hacerlo en la toma de decisiones. Cort confunde muchas veces información con participación. Nos informan, pero a veces no nos escuchan.
¿Todo para los vecinos pero sin los vecinos?
—Digamos que no hemos superado el despotismo ilustrado. Todos estamos por la participación, pero otra cosa es la realidad. Participació debería tener más recursos y entidad propia. Lo que no puede ser es que el área este compartida, por ejemplo, con la Funeraria.