Casi la mitad de los pensionistas de Balears reciben una prestación inferior a la considerada como cantidad mínima para no ser pobre. Concretamente, son 84.238 pensionistas –un 42,7 % del total– los que perciben una prestación que, de ser su único ingreso (y ese es el caso de la inmensa mayoría), los colocaría por debajo del umbral de pobreza. El observatorio estatal de la Red Europea contra la Pobreza (European Anti Poverty Network), EAPN-España, establece que las pensiones baleares por debajo del umbral de pobreza son proporcionalmente más numerosas que en el conjunto del Estado: superan en 2,3 puntos porcentuales la media nacional, del 40,4 %.
El último informe de EAPN-ES sobre el estado de la pobreza en España –que data de 2021 y analiza datos de 2020, ya con la pandemia condicionando la situación económica– recalca la condición de «grupo especial» de la población pensionista, puesto que estas personas tienen en la pensión su único ingreso y por lo tanto «su situación de pobreza depende absolutamente de decisiones políticas y en ningún caso de su esfuerzo personal». La cantidad fijada en 2020 como tope del umbral de pobreza era de 688 euros mensuales, calculado para 14 mensualidades. La cifra total de pensionistas en las Islas alcanzaba las 197.111 personas, de las que un total de 84.238 perciben una pensión de menos de 688 euros, situación que las hace integrar la categoría de población considerada por debajo del umbral de pobreza.
Asimismo, un total de 35.731 pensionistas (el 18,1 %) cobraban menos de 458 euros, cantidad que se considera tope del umbral de pobreza severa. Mención aparte merece el caso de las pensiones de viudedad, con un 63,6 % de las mismas –28.406 de un total de 44.676 mujeres– por debajo del umbral de pobreza y un 31,8 % –14.220– por debajo del umbral de pobreza severa. Si bien es cierto que, en comparación con los jubilados, es muy inferior el número de mujeres que tienen en esta pensión su único ingreso, por lo que éste suele ser considerado generalmente un complemento.
La escala de las pensiones está íntima e inevitablemente ligada al modelo económico de cada región. Para José Luis García, secretario general de CCOO en Balears, que las pensiones del Archipiélago estén entre las más bajas de España (solo seis comunidades tienen un mayor porcentaje de gente con pensionistas por debajo del umbral de la pobreza) «es fruto del modelo productivo estacional de las Islas, basado en la temporalidad». García señala que las baleares «son carreras de cotización con muchos huecos» y de manera especial, apunta, «en las profesiones feminizadas, como las camareras de pisos».
En consecuencia, «suelen ser las mujeres las que quedan en situaciones más precarias». Por todo ello, opina que «la mejor medicina es el cambio de modelo productivo y económico: ir a un modelo de todo el año». En caso contrario, advierte, se continuará perpetuando un sistema de pensiones que se traduce en «un generador de situaciones de exclusión social», ya que la mayoría de los beneficiarios lo tienen como único ingreso. En similares términos se expresa la vicesecretaria general de UGT, Xisca Garí, quien señala que en una economía «con muchos fijos-discontinuos –y por tanto con lagunas en la cotización– y con una predominancia del sector servicios, los sueldos –y por tanto la cotización– es inferior a otras con mayor peso del sector industrial, como pueden ser Navarra o el País Vasco».
Punto de vista
La realidad
Germà VentayolCuando se pone a Balears como el paradigma de región próspera las estadísticas, los grandes números, ocultan una parte de la realidad que sufren miles de ciudadanos. La propia estacionalidad en la actividad económica devalúa las pensiones que reciben nuestros jubilados, circunstancia añadida a la histórica baja remuneración del sector servicios. El resultado es que, al final de su vida laboral, sus ingresos les dejan al borde de la simple y llana supervivencia. Profundizar en el día a día de nuestros mayores arroja sorpresas desagradables.