Las primeras mascarillas las vimos en las imágenes que llegaban de China, donde un extraño virus hacía estragos a principios de 2020. En febrero de ese año, este periódico informaba de que las farmacias de Mallorca se estaban quedando sin suministros porque la comunidad china en Balears hacia acopio ante el temor a que la enfermedad se extendiera.
Así fue. Llegó la pandemia, el confinamiento obligatorio, el drama de las residencias de la tercera edad, el personal sanitario sin material de protección, las compras precipitadas en China con aviones contratados para que hicieran vuelos directos entre las Islas y el país asiático. Ahora se ha sabido que algunos en Madrid hicieron un negocio redondo con ellas.
No fueron obligatorias hasta que el Gobierno no garantizó que había suficientes para toda la población, en mayo de 2020, y ahora, casi dos años después de aquello, el Consejo de Ministros aprobará este martes que la mascarilla deje de ser obligatoria en interiores a partir de mañana: dos años conviviendo con el símbolo y con la imagen de la pandemia.
Falta por conocer el detalle de lo que aprobará el Gobierno, pero se sabe que el cubrebocas seguirá siendo obligatorio en el transporte público y en centros sanitarios y hospitalarios. El Gobierno hará una serie de recomendaciones para que su uso se mantenga en otros ámbitos, incluidos los laborales, cuando no se garantice la distancia y la ventilación, pero para eso habrá que esperar a ver qué dice exactamente el BOE.
La supresión casi total de la mascarilla en interiores preocupa al sector médico balear ante la posibilidad de que pueda haber nuevos repuntes de la enfermedad. El líder del Sindicato Médico, Miguel Lázaro, explica que sus colegas de Atención Primaria creen que es una decisión imprudente porque la pandemia sigue contagiando.
Opinan que al Gobierno solo le preocupa que no se llenen los hospitales, pero el problema puede volver a desbordar a la Atención Primaria, que ya está muy afectada. En cualquier caso, señalan que, a día de hoy, no se dispone de datos objetivos sobre la incidencia de la pandemia, porque solo se hace PCR a la población vulnerable o mayor de 60 años. «No disponemos de datos poblacionales para comparar ni para establecer límites dependiendo de la incidencia acumulada», señala.
La Conselleria de Salut, por su parte, recuerda que, aunque dejen de ser obligatorias, su uso sigue siendo recomendable en diversos ámbitos. Señala que ha quedado demostrado que la transmisión es por vía aérea, lo que convierte a la mascarilla en un elemento clave para evitar la propagación. La Conselleria recomienda que la sigan usando quienes tengan síntomas, o en espacios mal ventilados donde no se pueda guardar la distancia de seguridad con las personas de alrededor. También se recomienda para personas vulnerables a la COVID-19, que puedan presentar cuadros con sintomatología más grave.