Las dificultades para construir vivienda asequible en Baleares están provocando una progresiva huida de los promotores hacia territorios menos hostiles para este tipo de proyectos. A la falta de suelo disponible se le suman las trabas de las tramitaciones eternas y una volatilidad de los precios que hace imposible prever el coste final de la promoción. Y la situación no tiene visos de arreglarse en los próximos años, sino todo lo contrario.
Todos esos factores han generado un caldo de cultivo en el que la rentabilidad está siendo monopolizada por las viviendas para compradores de alto poder adquisitivo, con un nivel de demanda que logra mantener a flote la construcción a día de hoy pero insuficiente para un sector que precisa de los compradores de clase media para mantener su actividad y su facturación en volúmenes razonables.
«Está sucediendo desde hace dos o tres años pero ahora es más acusado: los promotores se van y el problema básico es que aquí no se puede hacer vivienda asequible», afirma el presidente de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Balears (PROINBA), Luis Martín. El ritmo de construcción de viviendas plurifamiliares –al menos las de precios asequibles– ha ido cayendo en picado mientras crece la construcción de unifamiliares de lujo destinadas en su mayor parte a clientes extranjeros. Y todo ello mientras se va desbordando la demanda de vivienda. «Ricos en Baleares no hay tantos y el promotor lo que quiere es hacer viviendas para todo el mundo», asevera Martín para añadir que el proteccionismo del suelo choca frontalmente con otra variable económica que es el crecimiento poblacional. «Si no tenemos suelo no salen las cuentas».
Asimismo, Martín explica que las promociones precisan de las preventas para conseguir financiación de los bancos, pero «ya no se puede sin saber qué va a pasar, ni cuánto tiempo va a pasar ni cuánto va a costar». Para más inri, el plazo para la obtención de licencias ya está por encima del año, tiempo fácilmente ampliable si entran en la ecuación los informes de otras administraciones como Recursos Hídricos. Durante todo ese tiempo «es el promotor el que tiene que soportar solo toda la carga del precio del suelo». Antes de la guerra el precio de la construcción era de 1.400 euros por metro cuadrado; ahora ha alcanzado los 1.700 euros (la media en la península ronda los 1.000 euros). El precio de compra es del doble.
El último ingrediente a esta pesadilla para los promotores ha sido la crisis de suministros, ya presente antes del estallido de la guerra en Ucrania, que no ha hecho más que agravarla. «Tenemos un problema de desabastecimiento gravísimo», asegura Martín al tiempo que matiza que aunque algunas promociones se han visto obligadas a parar en seco, la tendencia generalizada ha sido la de seguir con el trabajo aunque sea a trompicones.
Los efectos de la incertidumbre, en realidad, se están visibilizando más en la paralización de obras todavía por empezar: nadie se atreve a empezar con este panorama. Y eso hará que «dentro de un año nos encontremos con menos producto que ahora». Un hecho que añade solidez a la tesis de PROINBA, que alerta de que la falta de vivienda asequible se va a prolongar e incluso acentuar en los próximos cuatro o cinco años. Según sus estimaciones, solo para poder cubrir la demanda actual harían falta cerca de 20.000 viviendas.
Una mina de oro
La presidenta del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API) en Balears, Natalia Bueno, se expresa en similares términos cuando afirma que «la vivienda nueva que se construye en las Islas no está pensada para la clase media». Los promotores, como consecuencia, «están dejando Balears por la falta de suelo», sentencia Bueno para indicar que «el que tiene un solar aquí sabe que tiene una mina de oro».
El sector de la promoción, señala, ya sufrió una dura criba con la Gran Recesión de 2008, por lo que la situación actual está ahondando en ese proceso de arrinconamiento. «Hay promociones nuevas que no han encontrado comprador», señala Bueno para referirse a continuación a la cuestión de la lentitud burocrática al quejarse de que «hay ayuntamientos que son un desastre urbanísticamente hablando».
El apunte
Diferencias locales en la agilidad de las tramitaciones
Promotores y agentes de la propiedad coinciden en que la eternización de los trámites constituye una rémora para la construcción de viviendas. También señalan diferencias entre los diferentes ayuntamientos, con los de Palma, Andratx o Pollença entre los más lentos a la hora de dar permisos, y Calvià o Marratxí en el lado opuesto.