Bernat Morey (Santa Eugènia, 1967) es docente en el Col·legi Públic Pare Bartomeu Pou (Algaida), biólogo y doctor en Geografía e Historia. En su tesis doctoral por la UIB catalogó y valoró el patrimonio paleontológico de Mallorca, dirimiendo cuál es el más relevante, útil y con mayor necesidad de protección. De todo ello escribe en el libro Història de la vida a Mallorca. Apunts de geologia i paleontologia, que explica a nivel divulgativo la historia geológica y paleontológica de Mallorca
¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?
—Era un trabajo necesario. Nací sobre fósiles y nadie sabía explicarme qué eran. Mallorca es el paraíso de los amonites –moluscos cefalópodos extintos–, pero en el colegio no se explicaban. Siempre nos ponían ejemplos de otros sitios. Y eso todavía está ocurriendo.
¿Y por qué cree que ocurre?
—Por desconocimiento, evidentemente. Porque hace falta mucho trabajo de divulgación. La geología de Mallorca ha sido objeto de estudios de renombre internacional en los últimos 200 años. Somos un lugar muy relevante en el Mediterráneo. En la tesis catalogué 1.109 sitios de interés paleontológico, pero es un registro actualmente desconocido y por ello muy vulnerable. Mallorca es muy rica en estudios, pero aun así el 30 % del catálogo de mi tesis son nuevas aportaciones. Son lugares inéditos desde el punto de vista paleontológico.
¿Y eso es mucho o poco?
—Muchísimo, teniendo en cuenta que cuando empecé muchos investigadores decían que, en la geología y la paleontología mallorquinas, todo ya era conocido y ya estaba estudiado.
¿Entonces?
—Estaban equivocados, por supuesto. Quedaba y queda mucho por hacer. Y queda el trabajo de procurar la conservación de todo ese patrimonio, que es responsabilidad de la Administración. Y también queda llegar a la gente. Divulgar el patrimonio geológico y paleontológico, contarlo. Sin divulgación nunca puede haber sensibilización ni protección. De ahí el libro y otros que tenemos en proyecto.
¿Qué podemos encontrar en el libro?
—Conoceremos los restos de antiguos saurios, los efectos de cuando los continentes se separaron o de cuando fuimos mar durante millones de años. También los efectos de glaciaciones, primero antárticas y después árticas, o de cuando éramos una isla tropical poblada de corales.
¿Qué ha sido lo que más trabajo ha llevado?
—He recorrido Mallorca cuadrícula a cuadrícula. El litoral lo he recorrido entero al menos dos veces. Ha sido una experiencia para los sentidos que aconsejo. Mallorca tiene muchos rincones escondidos y espectaculares. Éste ha sido el trabajo agradecido. Dar forma a un artículo científico o una tesis es más aburrido. Corregir a menudo interpretaciones de buenos referentes científicos sabe mal y no siempre todo el mundo lo entiende. No resulta fácil, ni mucho menos.
En definitiva, que no se hacen amigos, lo que es muy habitual en el ámbito científico.
—Soy una persona positiva, entusiasta y apasionada, pero quien dice la verdad pierde amistades. Y la geología y la paleontología son exactas. Lo que ha pasado ha ocurrido y no se puede cambiar. Guste o no guste. Me quedo con la gente digna, honrada. El gran micropaleontólogo solleric Guillem Colom siempre decía que nadie nos quitará la ilusión de encontrar cosas nuevas.
¿Qué descubrimiento le ha causado una mayor emoción?
—Muchos. Encontrar fauna Lagomare en mi pueblo –Santa Eugènia– después de haber recorrido Mallorca y sin saber qué era. Lo hicimos antes que unos malagueños que se adelantaron a publicarlo porque aquí no nos creían. Es muy escasa y relevante, y el nuestro fue el primer hallazgo en el Mediterráneo occidental. La Lagomare es una fauna lagunar muy singular. Corresponde a lagunas de agua dulce o salobres, muy próximas al mar. Sólo se conocen siete localidades en todo el Mediterráneo occidental. Se extinguieron cuando se abrió el Estrecho de Gibraltar, hace 5,3 millones de años. También ha sido importante descubrir las playas pleistocenas de Campos, cuando todo el mundo negaba su existencia. Es un rompecabezas muy divertido y que da para mucho todavía.
¿Y qué nos enseñan estos descubrimientos?
—La fauna Lagomare, por ejemplo, pone en evidencia a las petroleras. Nos engañan. A nadie se le ocurre hacer unos carísimos sondeos, supuestamente científicos, en el fondo marino, pudiendo hacerlos en un pequeño pueblo de Mallorca. Tras esos sondeos supuestamente científicos existe el interés por encontrar petróleo, gas...
Unas copinyes fósiles explican nuestra historia.
—Los fósiles, los restos de organismos vivos fosilizados, son las letras para conocer nuestra historia geológica. En el libro lo explico y propongo la creación de un museo de ciencias naturales de titularidad pública para custodiar todo ese patrimonio. Es preceptivo por ley.
¿Dónde podría ubicarse?
—Tenemos edificios. Lo que se necesita es presupuesto, interés y ganas. Primero sonaba la Misericòrdia. Ahora se habla de aprovechar el actual Centre Oceanogràfic cuando se traslade al Moll Vell. Se trata de hacer un museo espectacular, de lo mejor del Mediterráneo.