Pablo Casado ya es Pablo Pasado. El PP deglute presidentes. Los digiere y los expulsa casi a la misma velocidad y con la misma intensidad con la que sube el IPC estos días. Balears ya fue pionera hace años en esa combustión presidencial y de ese sacrificio a los dioses de la demoscopia para salvar unas elecciones cayó Gabriel Cañellas. El PP nacional ha seguido el modelo balear y una revuelta ‘popular' y también popular ha acabado con la dirección del partido, sacrificada a la diosa Cibeles, alias Isabel Díaz Ayuso. Casado es pasado y los ‘populares' han decidido que, en tiempo de turbulencias, vale más apostar por alguien que aguante galernas y no por alguien que las provoque.
Llega el nuevo PP, pero visto lo que pasa estos días en Sevilla, da la impresión de que el partido ha viajado hacia atrás mientras trataba de ir hacia adelante porque ese nuevo PP resulta que ha terminado siendo el PP de toda la vida, el de siempre, el de Mariano Rajoy. Lo que da puntos estos días en Sevilla es tapar los tatuajes, peinar canas y hasta presumir de haberse tomado un albariño con Manuel Fraga. El fachaleco ha muerto, el PP renuncia a él y lo deja a mayor gloria de José Ramón Bauzá. Vuelve el abrigo loden. No es extraño que en ese viaje al futuro, que tiene algo de regreso al pasado, aparecieran por el congreso de Sevilla militantes del PP como Joan Huguet, inasequible al desaliento, o dos de las históricas dirigentes de la formación: Rosa Estaràs y Maria Salom. Estaràs tiene hilo directo con Alberto Núñez Feijóo, como lo tuvo con Cañellas, así que si alguien representa ese PP que va y viene es ella.
Marga Prohens es el PP que viene y las elecciones dirán si dentro de un año es también el PP que se va o el que se queda. A pesar de que la salida de Casado era plutonio para la presidenta balear, ha evitado la radiación y hasta fue ovacionada de forma intensa mientras intervenía ante el plenario. ¿O era cuando entraba Alberto Núñez Feijóo en la sala? Prohens sale airosa de este congreso con la elección de Cuca Gamarra como secretaria general y con la inclusión de personas de su máxima confianza en la nueva dirección del partido. La caída de Casado amenazaba con arrastrarle. No parece que vaya a ser así.