Carmen Vives habla con orgullo de que Nasira es su tercera hija. Su relación con el programa Vacances en Pau, de la Associació d'Amics del Poble Sahrauí, comenzó hace seis años. Sin pensarlo bien, sabía que esta experiencia no solo le llenaría a ella, sino que ayudaría a la menor. «Todavía recuerdo la primera vez que vi a Nasira en el aeropuerto de Palma, no dormí en toda esa noche. La vi tan guapa», rememora. Nasira llegó con 10 años y pasó los siguientes cuatro veranos con Carmen y sus otras dos hermanas. «El primer año fue toda una aventura para ella y para nosotros. Abría la nevera, tocaba los interruptores y descubrió la ducha. Verse debajo del agua era algo que le emocionó mucho».
La joven también descubrió el mar: «Cuando la llevé, ella no se quería despegar de mí, tenía miedo. Pero poco a poco entramos al agua y le encantó. Le prometí que en el segundo año podría nadar sin los manguitos y así fue», comenta, risueña, Carmen. Uno de los momentos que más recuerda Carmen es el último año, donde Nasira tenía tan solo 13 años y le bajó la menstruación ese verano. Luego vinieron las despedidas y confiesa esta madre: «Queríamos acogerla para que estudiara aquí. Nasira se fue contenta porque sabía que regresaría, pero su padre biológico, al final, no quiso».
Ante todo, Carmen la echa de menos. Ya han pasado dos años desde que se separaron. «Hablamos muchas veces, nos manda vídeos y nosotras intentamos enviarle lo que necesite», apunta. Ahora ponen la vista en una posible visita al campamento de refugiados donde está Nasira. «Ella ha sido un aprendizaje para nosotros», asevera.