Un estudio realizado por el grupo Adema Salud desvela cómo el confinamiento y el cambio de hábitos saludables a raíz de la pandemia ha hecho aumentar todos los indicadores de riesgo cardiovascular, es decir, el sedentarismo, el tabaquismo, la obesidad o la hipertensión. A la larga, aseguran los investigadores, se verá la repercusión en forma de más diabetes, más infartos, más patologías renales o más enfermedades oncológicas. «Mucha gente morirá por COVID sin haber estado infectada», asegura Arturo López, director de investigación de la escuela universitaria, que señala un plazo de entre 5 y 10 años para ver los efectos.
La muestra se ha realizado a 6.000 personas trabajadoras de Baleares que acudían a los reconocimientos médicos y ha tenido en cuenta los dos años previos a la pandemia para poder comparar la evolución. Si bien el crecimiento del sedentarismo ya se produjo de forma generalizada entre 2019 y 2020, con la llegada del virus y las medidas de aislamiento se dispararon todos los indicadores en ambos sexos y, de forma más pronunciada, entre las personas de bajo poder adquisitivo.
El futuro es más halagüeños pues, según los investigadores, se está volviendo a los niveles de prepandemia. «Se ha recuperado la actividad física, baja la obesidad y mejora la alimentación saludable», advierte López. Sin embargo, «cuando estás dos años comiendo peor y sin apenas actividad hay que tener fuerza de voluntad para retomar la vida anterior».