Tamara Barceló aprobó la oposición de fisioterapeuta y quedó entre los 62 primeros puestos así que tiene plaza asegurada, pero su sorpresa sería que no puede elegir la que ha ocupado durante cuatro años hasta ahora, en el centro de salud Muntanya y eso que sus responsables y todos sus compañeros han firmado un escrito suscribiendo su petición. No pone en duda que no la merezca, pero pide «más humanidad» para mantener la motivación porque al final, «no puede ser que te fastidie más aprobar la oposición que suspenderla», dice.
El IB-Salut ofrece una serie de plazas en una oposición pero no son todas las que hay porque, alegando una necesidad de dar continuidad al servicio, muchos equipos son inamovibles. Así pues, los interinos conservan sus plazas y los que concurren a oposición también se las quedan «porque directamente no se ofrecen». Salut saca los puestos que considera y aquellos que aprueban eligen destino según la puntuación. «Les han reservado los destinos a todos menos a mí», lamenta. «Al final elegí Son Espases y pregunté si, una vez se consolidase mi plaza, podría pedir una comisión de servicios para que me destinaran de nuevo a Muntanya», relata. Parecía que era posible, de hecho tenía el apoyo de sus coordinadoras, que lo veían viable.
«Pero hice la consulta con el Sindicato de Enfermería y me dijeron que no podía ser. Sin explicarme por qué, ni dándome una base legal, sólo como una opinión subjetiva», cuenta. «Y tras esta conversación de repente ofrecen tres plazas nuevas más, una de ellas, sorprendentemente, la que yo quería. Podría haber optado si no la hubieran ofrecido», añade. «¿Pueden hacerlo? Sí, pero es raro, sobre todo después de tener esta conversación con el sindicato».
La sensación de Tamara Barceló es de boicot y de frustración. «El proceso de selección es importante pero no lo puede ser todo, te dan ganas de no hacer nada», se queja. «¿A quién le importa si trabajas bien o mal, o si funciona el equipo? Hay que tener en cuenta el valor humano además del examen o de comprar créditos, no se tiene en cuenta la calidad asistencial». Tamara Barceló lleva casi 15 años en Atención Primaria y «soy la única interina que será desplazada». Ha enviado escritos a la directora y subdirectora de enfermería de la gerencia aunque se muestra pesimista porque «no hay una base reglamentaria que diga cómo se hacen las cosas».