El pasado 25 de agosto, Mohamad Khan, empresario de un local de kebabs en Palma, esperaba la repatriación de tres de los 19 familiares que mantiene en Afganistán tras la entrada en el poder de los talibanes. Sus allegados han estado encerrados en los domicilios todo este tiempo. Hablaba con ellos por teléfono para conocer su situación. También les ha enviado dinero para subsistir. La petición se hizo justo antes de la entrada talibán al poder, que provocó a finales de agosto el cierre completo de las fronteras y el aeropuerto de Kabul. Tras meses de espera, el pasado 20 de noviembre viajó hasta Teherán, la capital de Irán, para buscar una solución a fin de traer a su hermana y un sobrino con él, que se encuentran en estos momentos en la ciudad de Herat, al oeste del Afganistán.
«Allí permanecí 28 días. Pedí hasta dos citas con la embajada para que pudieran venir hasta Irán. Me denegaron la solicitud porque me dijeron que este tema lo tengo que gestionar desde España», explica. Mohamad, tras volver a Mallorca, pidió enseguida cita con Extranjería y le dieron para el 19 de enero. «Les conté la situación y me dijeron que me llamarían. Todavía sigo esperando», lamenta.
Mafias
La desesperación por no poder enviar dinero directamente a Afganistán ha llevado a Mohamad a acudir a organizaciones que transportan comida, artículos y dinero a los afectados afganos. «Allí los bancos no funcionan. A la semana, únicamente pueden sacar 50 euros. Mi sobrino es el único que trabaja, vende ropa y pantalones en la calle. Pero no es suficiente».
Estas organizaciones tienen fácil cruzar la frontera desde Irán. Mohamad detalla que ahora está valorando la forma de que su hermana y sobrino puedan huir con alguna organización que transporta personas de un país a otro. Preguntado por si es peligroso, el empresario responde: «Es más peligroso quedarse allí que esconderse en un camión». Cada día, para Mohamad, puede cambiar por completo. Explica que la situación en Afganistán es «crítica», y que su familia corre peligro. Por otro lado, mantiene a otros hermanos en Mazari Sharif, su ciudad de origen. Ellos, cuenta, «no salen nunca. Cada día, todo empeora más».
Mohamad Khan llegó a Mallorca para abrir un negocio de restauración. En 2018, consiguió traer a la Isla a siete sobrinos afganos, que poco a poco han podido encontrar trabajo y permisos de residencia. Sin embargo, «temo por mi hermana y mi otro sobrino». Lamenta que desde la Embajada de España en Irán no le solucionaran nada, y que ahora en Mallorca, en la Delegación del Gobierno, les den largas esperas para traer a su familia cuanto antes.