La producción de la planta desaladora de agua de mar de Palma alcanzó su máximo en 2005, cuando llegó al 90 % de su capacidad. Desde entonces, su utilización siempre ha estado por debajo del 80 % y, de hecho, no ha superado el 60 % desde 2009, según datos del estudio La huella de carbono en las infraestructuras hidráulicas de las Islas Baleares, obra de diversos autores dirigidos por Juan Carlos Santamarta, de la Universidad de La Laguna (Tenerife). Se trata de un estudio editado por la Conselleria de Medi Ambient i Territori con la colaboración de la UIB y la propia Universidad de La Laguna.
El trabajo destaca que los mínimos de producción de la desalación en Balears se dan en años húmedos o en períodos de precipitaciones por encima de la media, cuando no debería ser así en una gestión sostenible. En el caso concreto de Mallorca, la utilización de las desaladoras se mueve entre un aumento de la producción durante los períodos secos y un descenso en la utilización durante los períodos húmedos.
El estudio señala que «parece muy claro que se ha apostado por la desalación como medida frente a los períodos secos y la falta de recursos hídricos subterráneos. Cada período seco representa un aumento en la producción de agua desalada».
Sostenibilidad
Esta política sería contradictoria con una gestión más sostenible de los recursos hídricos, pues la desalación sería precisamente un recurso para permitir la recuperación de los acuíferos. Es decir, en los períodos húmedos es cuando hay que recurrir más a la desalación para dejar que los acuíferos se recuperen. Esta línea de actuación ha sido defendida teóricamente por diferentes gobiernos autonómicos, aunque finalmente no ha sido llevada a cabo, «culpando a los ayuntamientos de no querer comprar agua desalada», apunta el estudio.
Para los autores, «la desalación en Balears debe formar parte de la gestión integrada de los recursos hídricos para así recuperar las masas de agua subterránea, reduciendo la explotación de los acuíferos en períodos húmedos y manteniendo la producción y la utilización de las desaladoras a plena capacidad para aprovecharlas al máximo y evitar el deterioro de las instalaciones. En 2016, con sequía y una elevada sobreexplotación de los acuíferos, la desaladora de Palma sólo podía operar al 66 % de su capacidad al estar averiada por la falta de uso».
El apunte
Capacidad de 55 hectómetros cúbicos al año
La capacidad de las desaladoras de Balears (3 en Mallorca, 3 en Eivissa, 1 en Menorca y 1 en Formentera) es de 55 hectómetros cúbicos al año. En 2019 se produjeron unos 27 hectómetros cúbicos, es decir, el 50 % de su capacidad total. En 2010 se registró un mínimo de 7,4 hectómetros cúbicos de agua desalada (13,4 %).