«He venido a vacunarme porque veo que no puedo ir a tomarme una cerveza con los amigos sin el certificado COVID. O pasas por el aro o no puedes salir de tu casa», así de claro se mostraba este sábado el joven Juan Francisco antes de vacunarse por primera vez en el Hospital de Son Dureta. Jaume, que fue una de las 345 personas que acudieron al recinto sanitario para inmunizarse por primera vez, se mostró resignado. Además, Son Dureta se vio colapsada por la gran afluencia de gente que tuvo que esperar hasta hora y media para ser inoculada.
En otro orden de cosas, el primer día en el que el pasaporte COVID fue obligatorio para entrar en restaurantes de más de 50 personas de aforo se llevó a cabo con colas en muchos restaurantes pero sin incidentes. Hubo algún olvido pero la casi totalidad de los clientes siguió la norma. Víctor Vidal, encargado del mesón Ca'n Pedro, afirmó que «hemos ido un poco desbordados. Mucha gente ha estado esperando porque esto va despacio pero lo hemos sacado bien. No ha habido quejas. Una persona no ha traído los papeles y se ha ido. Hemos tenido unos 300 comensales».
Por su parte, Magdalena Ferrutxe, encargada de Nimo's relató que «ha ido bien más o menos pero hemos tenido un poco de estrés. Hay gente que viene sin haber descargado la aplicación y toca esperar. En cuanto a la salud pública, la medida nos parece bien porque evita mayores restricciones como serían las limitaciones de aforo o los cierre prematuro. Aunque nos supone un esfuerzo y cierto colapso en momentos puntuales, entendemos que hay que hacerlo».