Llueve sobre mojado en el campo. A la crisis crónica del sector agrario se le une ahora la originada al socaire de la creciente escasez de suministros y la constante subida de precios que esta lleva aparejada. La situación ha puesto en jaque a los profesionales que articulan el sector primario de Mallorca.
El gerente de la cooperativa Camp Mallorquí, Aldo Castelli, explica que la falta de suministros está provocando que los productores de material fitosanitario y determinados fertilizantes hayan incrementado precios entre un 20 y 100 por cien. Esto, los que todavía distribuyen. «Algunas fábricas con las que trabajamos han dejado de suministrar o directamente han cerrado», advierte Castelli.
Según el gerente de Camp Mallorquí, otro producto cuyo precio ha aumentado entre un 30 y un 60 por ciento debido a la reducción de suministro ha sido el de las rejillas para cerramientos de explotaciones agrarias. Asimismo, la falta plástico provoca que el suministro de las bobinas para el envasado de la almendra mallorquina acumule tres meses de retraso. Pero donde Castelli pone el punto es en la carestía de materias primas como el potasio, elemental para la fabricación de abonos y esenciales estos para los cultivos. «Existen ya problemas de suministro, a ver como lo arreglamos», lamenta Castelli.
Sobre la escasez de materias primas que repercute en el suministro de productos clave para el sector agrario hace también especial referencia Pere Joan Oliver, vicepresidente de la Cooperativa Agrícola Sant Bartomeu de Sóller. Oliver se refiere concretamente al gliofosfato, utilizado en los herbicidas cuya producción acapara la multinacional Bayer. «El gliofosfato lleva uno de los componentes utilizados para fabricar chips. Y como hay escasez de una cosa, la hay de la otra y la consiguiente subida de precios», señala. El vicepresidente de la Cooperativa Agrícola Sant Bartomeu también señala que hay otros productos fitosanitarios que «no te los sirven como antes» y que los distribuidores de abonos recomiendan hacer los pedidos «cuanto antes», ya que las fábricas acumulan retrasos en la producción.
El ambiente no es halagüeño para la industria agropecuaria, pero donde la preocupación arrecia estos días es el seno del sector vitivinícola, donde han saltado todas las alarmas por la falta de suministro de botellas. El secretario general de Unió de Pagesos, Sebastià Ordines, no sólo avisa del encarecimiento de productos y de la imposibilidad de aumentar el precio de venta del producto agroalimentario, sino que, como bodeguero, también sufre en primera persona la escasez de vidrio. «No podemos embotellar todo el vino que deberíamos», señala Ordines, quien, a modo de ejemplo, resalta la falta de copas de cristal necesarias para la Festa del Vi Novell de finales de noviembre. «Hace tres meses que las encargué y no me aseguran disponer de ellas», asegura Ordines.
La radiografía del presidente de la Denominación de Origen (DO) Pla i Llevant, Antoni Bennàssar, es precisa. Según Bennàssar, entre la escasez de material que pueden tener las bodegas de Mallorca para el embotellado de su vino, «nos encontramos de un lado con la escasez real de botellas y, del otro, la psicosis de que este material pueda faltar». Bennàssar apunta que el problema radica, sobre todo, en que «los botelleros dejaron de fabricar durante la pandemia. Ahora hay mucha demanda y no se sabe si podrán cumplirse las expectativas de todas las bodegas». Luego está la subida del precio del vidrio, que en 2022 se prevé entre el 14 y 30 por ciento. «Esto hace que muchos empresas quieran acumular stock para evitar el aumento de coste», concluye Bennàssar.
Su homólogo en la DO Binissalem, José Luis Roses, incide en que la falta de botellas ha generado «nerviosismo» y que pude llegar a ser un «problema serio». Según Roses, estamos frente a una «suma de factores». Por un lado, Francia, el segundo productor mundial de vino, casi empatado con el primero, Italia, «nunca había vendido tanto como este año, lo que ha disparado la demanda». Por el otro, añade, «la falta de suministro hace que la gente quiera acumular. Todo el mundo pide el doble y las fábricas de botellas no pueden acelerar producción», indica el presidente de la DO Binissalem.
Como conclusión, el gerente de Asaja, Joan Simonet, avisa de que «la falta de suministros, aparejada a la subida de la electricidad y los carburantes, acabará repercutiendo en el precio final de los productos». La subida también afecta al transporte de esos materiales. «Algunos payeses están pagando a 9.300 euros el contenedor por el que hace un año pagaban 1.400», remata.