Afronta su nuevo mandato con mucha ilusión y afirma que está vacunado contra la COVID-19. Josep Lluís Riera (Palma, 1958) es el nuevo director de la Oficina Balear de la Infancia y Adolescencia (OBIA) y entre las líneas que reforzará, tras la salida de su antecesor, Serafín Carballo, del cargo destaca una mejora en la página web, paliar las consecuencias que ha tenido la pandemia en los niños y mejorar las cifras de absentismo escolar.
¿Cómo valora el despido de su antecesor, Serafín Carballo?
— Encuentro normal lo que ha pasado. Reconozco que hizo un buen trabajo y cuando salió ese tema encontré normal que le echaran.
¿Qué líneas planteará en la defensa del menor a partir de ahora?
— Seguiremos una línea bastante continuista. Tenemos toda una serie de propuestas abiertas que, creo, seguirán igual. De hecho, no hay nada que indique que, hasta ahora, no hayan funcionado bien. El despido de Serafín Carballo no fue, precisamente, por un mal trabajo, sino por otras circunstancias. Por lo tanto, todos los casos que me he ido encontrando en estas semanas de trabajo seguirán en la misma línea. Sí que reforzaremos algunos temas como por ejemplo la mejora de la página web y hacer mayor difusión a la población sobre qué es la OBIA.
Los escándalos en torno a menores tutelados han manchado en los últimos años la Oficina.
— Es un tema complejo, no es fácil y creo que en algún momento se nos ha ido de las manos por el ruido mediático. Fugas de menores hemos tenido y tendremos siempre. El 8 % de los menores se fugan de estos centros. Y sobre el tema de prostitución, es algo más delicado. Desde la OBIA deberemos trabajar rápido, con cierta calidad pero sin hacer tanto ruido mediático. Quiero recordar a los políticos que debe de prevalecer el interés del menor.
Pero le llega los episodios de violencia entre menores del centro Norai y los vecinos del barrio.
— El caso de Norai está en vías de solventarse. Estos espacios se moverán de ubicación y parece ser que este es el objetivo que plantean en los últimos años: ubicarse en lugares donde haya campos alrededor para que no molesten a nadie. Quizá el centro no debía estar en esa barriada, pero ha habido otros factores, que no hemos tratado, que han hecho que el tema ardiera más rápido de lo que debería. En otros centros, con las mismas problemáticas, no ha pasado esto.
¿Cree que hasta ahora se está protegiendo bien al menor?
— No, porque si no, no existiría la Oficina o no hablaríamos con tanta libertad de según qué temas. Nuestro trabajo es velar por los menores y debemos reforzar la figura de los progenitores y darles herramientas. En algunos casos se ha difuminado mucho esta figura. Hay más de 200.000 menores entre 0 a 18 años en Balears. A la OBIA llegan apenas 900 quejas. Además, los menores que ingresan en los centros de acogida representan cifras muy bajas. Si comparas todo esto con las personas menores de 18 en Balears, verás que el porcentaje de quejas es muy baja.
Los datos de la última memoria anual no son buenos. Hay menores en riesgo de pobreza y mucho abandono escolar.
— Es un tema que nos concierne a todos y, como director, me preocupa tanto la pobreza infantil como el maltrato. Balears es una de las comunidades con más absentismo escolar. Hemos comenzado a trabajar con muchos barrios de Palma para detectar cuántos niños viven en cada calle y, de estos, cuántos van a clase y cuántos no.
¿Cómo ha podido afectar la pandemia en su desarrollo?
— Es otra de nuestras grandes preocupaciones. Estamos reunidos con entidades que
trabajan en la salud mental. Ya se hizo una encuesta junto con el Ajuntament con unas 16.000 personas y se pudo ver que los jóvenes han estado preocupados.