Hasta el mes pasado, 772 personas sin recursos pidieron ayuda a Càritas Mallorca para hacer frente a la vivienda y los suministros. En 2020 fueron más de 2.000 ciudadanos. El acceso a la vivienda es un problema global y se ha agravado mucho más desde la pandemia.
Andrés, Jordi, José Eduardo y Adriana son parte de esas voces que reclaman más protección. Ayer compartieron sus testimonios en un acto organizado por Càritas en el que colaboró la Fundación social La Sapiència de Palma con motivo del Día de las Personas Sin Hogar, que se celebra este domingo, día 31.
«Lo tenía todo controlado, mi trabajo, mi casa...y cuando tenía 49 años se fue todo al traste por culpa de mi enfermedad». Jordi Lacasa ahora tiene 52 años, esclerosis múltiple y vive en la Casa de Familia gracias a un programa de acogida. Fue guardia de seguridad, cartero, incluso trabajó en un rent a car. Ahora sueña con poder encontrar una vivienda de protección oficial y recuperar el tiempo perdido con su hija menor.
Desprotección
Los Servicios sociales le proporcionaron a Andrés Fernández un hogar en el que retomar su vida. Como él, miles de personas se sienten cada día desprotegidas sin un lugar donde dormir y vivir dignamente. De hecho, es uno de los temas que Càritas ha querido subrayar con la campaña Sense sortida? Perduts en un sistema de protecció social que no protegeix. «Lo de la vivienda es un tema que se debería solucionar. Es un pilar fundamental para que las personas puedan retomar una vida digna», explicó ayer Andrés.
José Eduardo Rodríguez es la voz de los desprotegidos séniors. Con 61 años reconoce, sin pudor, que «soy una persona sin hogar». «A partir de 2012, con apoyo y paciencia de las entidades, cogí la confianza necesaria para conseguir mis logros. A pesar de ello, la vivienda ha estado fuera de mi alcance por los elevados precios».
Una de sus reivindicaciones fue que «se agilicen los trámites para dar citas o atender al usuario». Adriana Dubcová tiene 44 años y es eslovaca. Ha pasado por el proyecto Hausting First y «supuso un cambio para mí a mejor. Empecé a tener seguridad y dignidad porque reconozco que alguna vez he tenido la sensación de desprecio cuando he explicado que vivía en albergues o en la calle».
A este acto, en el que se leyó un manifiesto para «decir basta a nadie sin hogar», acudieron el director insular de Inclusión Social, Guillermo Montero, la directora de Càritas Mallorca, Esther Romero, y el director de La Sapiència, AntoniMoya.