«En s'Arenal y en muchos puntos del litoral de la bahía de Palma existen puntos donde el paisaje habla de la tradición de trencar marès; pensamos que tenían que existir herramientas para interpretar esta industria y lo que queda de ella», explica Dídac Martorell.
Este investigador experto en patrimonio inmaterial es, junto la arquitecta especialista en ordenación del paisaje, Catalina Salvà, el artífice de la exposición Els trencadors de marès: memòria viva d'un paisatge, un ofici i un poble. La muestra, organizada por la Universitat de les Illes Balears (UIB), se inaugura hoy a las 19.00 horas en la iglesia de ses Cadenes y ofrece claves para entender el desarrollo de núcleos de población como ses Cadenes, s'Arenal o es Pil·larí. «Surgen como lugares donde se instalaron y construyeron sus casas los trencadors y trencadores, porque también algunas mujeres desempeñaron el oficio que nació como respuesta a la demanda de materiales de construcción durante la Segunda República, explica Martorell.
Según el investigador, «es entre las familias de ses Cadenes donde se conserva más viva la tradición de la piedra arenisca, las familias del pueblo son conscientes que descienden de los trencadors que se instalaron allí a partir de la década de 1920 y así lo constatan en sus fiestas con las corregudes mundials de traginar marès», relata Dídac Martorell.
Pueblos del 'marès'
«Si en el siglo XIX los trencadors vivían en barracas durante las temporadas en que extraían piedra arenisca, con el cambio de siglo y coincidiendo con una época de gran demanda de materiales de construcción, los trabajadores pudieron alzar sus propias casas cerca de las canteras y de las zonas de extracción», concreta Martorell.
Así, «el nacimiento de las urbanizaciones en la costa de Palma y Llucmajor se debe al boom de la industria del marès, que es anterior al desarrollismo turístico», asegura uno de los responsables de la exposición.
La demanda de piedra arenisca se mantuvo hasta la Guerra Civil y después «volvió a despuntar a partir de la década de 1940. Pero en el año 1953 un herrero del Coll d'en Rabassa patentó la primera máquina de cortar marès, un hecho que «supuso un cambio radical porque en dos o tres años los trencadors a la mala que eran los que sacaban piedra a mano prácticamente se extinguieron», explica Dídac Martorell.
«Entonces sólo quedaron los picadors a mano que trabajaban en la cantera de Can Trompada como Francisco Vich de 'ca madò Salvana' y Martí Salvà ‘Goixo' porque sacaban piezas más grandes de lo que la máquina era capaz y un mercader se las compraba todas», añade Martorell.
Precisamente, el antiguo picador de marès Martí Salvà, que actualmente tiene 92 años, ha sido uno de los principales informadores de los investigadores. Él también es el protagonista del vídeo que retrata el taller de picar marès que realizaron algunos vecinos de ses Cadenes y que se puede ver en la muestra junto a objetos, recuerdos, fotografías y mapas donde se indican las antiguas canteras y la toponimia que ha dejado en la zona la industria del marès.