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¿Por qué son tan caras las viviendas en Mallorca?

Los constructores señalan tres factores principalmente

Acceder a una vivienda en Mallorca cada vez resulta más complicado. | Pixabay

| Palma |

El acceso a la vivienda es uno de los principales problemas que tienen los ciudadanos de Mallorca. Ante esta situación, muchas personas se preguntan por qué son tan caras las viviendas en la Isla, comparadas con las que se venden en la Península.

La gerente de la Asociación de Constructores de Baleares, Sandra Verger, explica que el precio de la vivienda es tan elevado en la Isla es tan elevado por tres razones principalmente.

La primera de ellas es que en la Isla el territorio el suelo es limitado, y en consecuencia, el suelo disponible para construir. Esto hace que su precio se haya disparado y Baleares tenga el metro cuadrado más caro de España de media. Ante esta tesitura, los constructores reclaman al Consell de Mallorca y a los ayuntamientos medidas urbanísticas para un mayor aprovechamiento del suelo disponible. De este modo, se podrían edificar más inmuebles.

Otro motivo que encarece el precio de la vivienda es que existe mucha demanda por parte de los extranjeros, que sí tienen posibilidades económicas para comprar inmuebles a precios más elevados que los residentes, debido a que su poder adquisitivo es mayor.

Por último, la escasez de materiales de construcción ha incrementado el precio de la vivienda en un 17 %. En el último año se han registrado subidas de precios que superan el 100 %, caso del cobre. La madera se ha encarecido un 30 %, al igual que el acero; el acero corrugado, un 78 %; el aluminio, un 56 %; las mezclas bituminosas, un 85 %; y los tubos de PVC, un 70 %. A ello hay que añadir el coste de la insularidad.

Todas estas circunstancias han motivado que el acceso a la vivienda se haya convertido en uno de los principales problemas de los mallorquines, especialmente de los más jóvenes. Muchos de ellos tienen que seguir viviendo en casa de sus padres, pese a que desean independizarse.

La opinión de los economistas

Luis García Langa, director de Corredordefondos.com, explica que «como en todos los activos, el precio de los inmuebles funciona por oferta-demanda. En Balears los problemas de oferta se pueden separar en cuatro:

El primero son los graves problemas de concesión y agilidad en las licencias. «Esta paralización provoca que se retrase mucho la construcción y al final se crea un cuello de botella. Está claro que la construcción debe ser ecológicamente sostenible pero se tiene que poder construir y sobre todo rehabilitar. También se tarda una eternidad, especialmente en algunos ayuntamientos, en conceder licencia de obra mayor para rehabilitar».

El segundo es «la necesidad de muchos propietarios de vender la vivienda a precios superiores a su compra, ya sea porque no quieren perder, ya sea porque tienen una hipoteca que cubrir. Si esto sucede siempre, el mercado inmobiliario funciona como una pirámide en la que nadie podría perder y se subiría siempre. Teniendo en cuenta que ha pasado una burbuja inmobiliaria, tener precios superiores a ella es un problema».

El terceo es el factor de los extranjeros, que suelen comprar casas de importes altos. «A la hora de estadísticas suman mucho por el importe pero no afecta a todos los rangos de las viviendas. Evidentemente no ayuda pero, al menos de momento, a una persona de clase media le afecta menos. Eso sí, mientras en Mallorca sigamos teniendo problemas de salarios netos (antes de impuestos) tan bajos, ya sea por la poca cualificación de los trabajadores, por lo poco ligados que están los salarios a la productividad y por la estacionalidad este problema puede incrementarse y convertirse en el principal».

El cuarto es «el encarecimiento de suministros, que es algo general para todas las zonas: acero, cobre, litio, combustible para traerlo, energía... es un problema social que es malo para todo el mundo (excepto para los productores de estas materias primas) pero en Balears se nos suma el factor estacional y los costes necesarios para traer según qué materia. Coste que la economía balear lleva reclamando desde hace años vía un REB que no llega nunca».

Pau A. Monserrat, miembro del CES y profesor de la UIB, expresa que «la vivienda en Baleares es cara y lo seguirá siendo por una cuestión básica en economía: hay mucha demanda, gente que quiere comprar o alquilar, y una oferta de vivienda limitada. Cuando la demanda crece y la oferta se mantiene más o menos estables, los precios suben. Ni más ni menos».

A su modo de ver, para atacar el problema del acceso a la vivienda «la medida fácil para el político, y de escasa o nula efectividad, en la práctica es limitar los precios. Los efectos perversos son de diferentes tipos: aparición de un mercado negro potente (una parte del precio de compraventa o de alquiler se paga en negro), búsqueda de mercados alternativos (si se limita el precio de alquiler, los propietarios prefieren vender a alquilar), selección aún más exigente del arrendatario (lo que dejaría fuera a los colectivos con más problemas para alquilar), entre otros efectos indeseables».

Monserrat creo que se debería apostar por aumentar la oferta de inmuebles, pero requiere de tiempo de planificación, dinero público y privado. «Estamos hablando, en el caso del alquiler, de incentivar que los propietarios quieran alquilar, lo que pasa por ayudas a la reforma, directas o indirectas, mejora de la legislación para que el impago salga caro, etc.».

«En cuanto a la construcción, habrá que estudiar la posibilidad de aumentar plantas, ya que unas islas limitadas no pueden crecer inmobiliariamente a lo ancho, sino que lo deben hacer a lo alto, permitir casas más pequeñas para familias unipersonales, etc. También es imprescindible tener un número elevado de inmuebles de gestión pública en VPO en régimen de alquiler, bien gestionadas. La VPO de propiedad acaba generando ventas en negro saltándose el precio máximo legal, como hemos visto en la anterior burbuja inmobiliaria».

Por último, señala la necesidad de contar con «un transporte público verdaderamente de calidad, que permitiría a muchas familias alquilar o comprar fuera de las zonas urbanas, una opción más barata».

«En otras palabras, incentivos y ayudas para propietarios y potenciales compradores y arrendatarios. Lo contrario a lo que se está planteando en estos momentos, me temo», concluye.

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