Baleares tendrá más población que Aragón en diez años. La afirmación se basa en una proyección del Instituto Nacional de Estadística (INE) y es lapidaria. A algunos les llega a asustar. ¿Qué consecuencias puede tener una realidad que nos aguarda a la vuelta de la esquina? La siguiente comparativa de datos da cuenta de las posibles implicaciones de multiplicar la población en un territorio limitado y frágil como las Islas. Un par de datos iniciales bastarán para dejar clara la magnitud de la situación actual, ya no la que pronostican los observatorios y organismos especializados.
Y es que todo es relativo. No es lo mismo sobrepasar el millón de habitantes con los 47.720 kilómetros cuadrados que alberga Aragón que hacerlo con los 4.992 km² que en su conjunto acumulan las Islas. En efecto, vive una cantidad similar de personas en la superficie de Baleares que en la aragonesa, y sin embargo la proporción es de uno a diez en contra del suelo insular. Ello ha de tener una incidencia destacada, no solo en el territorio, sino también en el modo de vida.
No obstante, la demografía indica algunas similitudes entre las dos comunidades autónomas. La primera es un gran centro de población. La provincia de Zaragoza concentra la mayor parte de los 1.328.753 habitantes de Aragón, según las cifras del INE actualizadas a este pasado 2020. De sus 972.528 habitantes, 681.877 están empadronados en la capital.
El resto de Aragón casa bien con lo que algunos definen como la España vaciada, la que se ha ido quedando sola paulatinamente por muchos y muy variados motivos. Huesca con 222.687 habitantes y Teruel, con 134.176 y un diez por ciento menos en esta década de la ya de por si mermada y desplazada población de la región, conforman el resto del disgregado territorio.
Baleares albergó 1.171.543 personas en 2020, según el INE. También en este caso su capital, Palma, es el principal foco donde se asienta la población balear, ascendiendo esta a 422.587.
El crecimiento es sostenido; por ejemplo en 2013 Ciutat contaba con 398.162 personas. En ese preciso año Aragón tocó su techo demográfico más reciente. Luego arrancó una serie de años con pérdida de población, que llega a su punto máximo en 2018, momento a partir del cual emprende una nueva senda de ascensos. Zaragoza capital ejerce una dinámica distinta y propia, y lleva años atrayendo población de los alrededores, lo que la sitúa muy cerca del máximo histórico de los últimos veinte años.
En Baleares no existen muchos municipios por encima de los 50.000 habitantes. Son Calvià e Ibiza, y por detrás vienen otros como Manacor o Santa Eulària. Inca, Marratxí, Llucmajor, Mahón, Ciutadella y Sant Josep son los municipios medianos con más influencia en su entorno. Todos ellos rondan los 30.000 moradores registrados, similares a los 36.000 de la ciudad de Teruel. Ya saben, aquella capital de provincia con diputado propio en el Congreso de los Diputados.
El agua es vida
Es imprescindible para la vida y compone otro de los puntos de vista en los cuales se antoja más crítico el aumento de población. Los últimos datos disponibles afirman que las reservas hídricas de Baleares se han situado durante este pasado agosto en el 46 %, tres puntos menos que en julio y 16 menos que en agosto de 2020, aunque se asemeja a los que marcó el mes de agosto del año 2019.
De hecho es una situación que periódicamente se produce en una tierra ya hecha a la sequía. Asimismo, en la propuesta de proyecto del Plan Hidrológico balear calculan que los recursos hídricos disponibles para un horizonte de 2027 en el sistema de Mallorca, el más grande y abundante, será de 271,037 hm³. Estas fuentes bajo tierra aportan un valor relevante del agua de consumo; por ejemplo cerca de un tercio del agua que Emaya proporciona en Palma proviene de los recursos subterráneos.
Aragón, en este sentido, también entiende de sequías a pesar de contar con actores de tanto peso como el Ebro y todo el caudal procedente del deshielo en las montañas. El último estudio de la Confederación hidrográfica del Ebro cifraba las reservas de agua embalsada en 5.952 hm³, un dato que no alcanza el 80 por ciento de la capacidad total de embalse de esta cuenca, solo una parte aunque importante del total. La comparación con la cifra mallorquina es mareante.
Finalmente, es pertinente analizar otra mareante relación que se esconde tras los datos del tráfico aéreo, que AENA pone a disposición de todo aquel que le interese conocerlos. Este pasado mes de agosto el aeropuerto de Palma fue el tercero de España con un tráfico mayor: 2.651.100 pasajeros pasaron por Son Sant Joan en el tramo final del verano en Mallorca.
En ese mismo periodo hasta Zaragoza volaron 49.831 pasajeros. Bien es cierto que no es comparable con el número de pasajeros que llegan a Aragón por medio ferroviario, incluida la alta velocidad, o por carretera. Bien es cierto, además, que a nuestras Islas arriban miles de visitantes más a través de los puertos y el tráfico marítimo.