Como máximo responsable de Endesa en las Islas, Martí Ribas es consciente –al igual que el resto de comercializadoras– de que está en el ojo del huracán por culpa de unos precios desorbitados en la factura que deben pagar los consumidores.
El problema no es sencillo, pero él apunta algunas salidas ya que considera que «estamos ante un problema coyuntural, pero la solución requiere reformas estructurales».
¿A qué se debe esta escalada de precios de la luz tan brutal?
—Hay dos factores básicos: el precio del gas y del CO2. Por tanto son causas externas al sector eléctrico y a España. El gas está sujeto al precio de mercado, igual que el petróleo, y China y el sudeste asiático ha incrementado mucho la demanda al mismo tiempo que Rusia ha bajado el suministro a Europa y Argelia y Marruecos mantiene un contencioso que dificulta la llegada a nuestro país. El precio se ha triplicado en el último año.
¿Y el CO2??
—El consumo de combustibles fósiles está gravado por la UE y la tasa se ha duplicado para favorecer la descarbonización, algo de lo que se benefician los estados miembros.
Sabemos las causas, ¿y la solución?
—Debo decir que las compañías eléctricas, el Gobierno y los ciudadanos son víctimas de la situación. España está en una situación similar a la de Francia, Alemania o Gran Bretaña. Nuestro sistema de fijación de precios de la tarifa regulada, que afecta a un tercio de la clientela, le afectan las alteraciones del mercado mayorista y que, en términos absolutos, pueden ser unos 11 euros de incremento al mes en la factura. Creo que hay que valorar si es adecuado trasladar al usuario la volatilidad del mercado que, hay que recordarlo, se benefició durante la pandemia. Se trata, en mi opinión, de buscar una fórmula propia que equilibre el precio de la luz en la tarifa regulada, como lo tienen la mayoría de países de nuestro entorno.
¿Hay partidos que defienden la creación de una empresa pública?
—No es la solución, entre otras razones porque hay que cumplir con las exigencias de la UE que quiere que haya competencia y, además, no hará que el precio del gas y del CO2 bajen. Quizá haya que profundizar en los mecanismos del bono social para proteger a los más vulnerables, aspecto en el que España es uno de los países más avanzados. No hay que olvidar que el precio de la luz es sólo el 40 % de la factura, el resto son otros conceptos. Me consta que el Gobierno trabaja en un fondo de sostenibilidad para que la transición energética lo paguen los consumidores de gas y petróleo; hay que incentivar las energías renovables y la electrificación.
El consejero delegado de Enel, grupo al que pertenece Endesa, Francesco Starace, defiende una reforma del mercado eléctrico...
—Hay temas de fiscalidad y otros aspectos que quizá se tengan que modular, aunque son los que financian la implantación de las energías renovables. Insisto, el objetivo tiene que ser evitar las oscilaciones de precios.
¿Las renovables son el futuro?
—Todo el mundo se apunta a la tecnología verde, pero también está estigmatizada por las primas que se generaron. Sin embargo, en el contexto actual son tan o más competitivas que los combustibles fósiles por sus beneficios sobre el cambio climático, la independencia energética que suponen para España y, además, el avance tecnológico que supondría para el país. Lo tengo claro, sí o sí hay que apostar por las energías renovables.
El impacto sobre el suelo rústico también genera muchas críticas...
—Está claro que no hay que poner molinos en la Serra, pero para autoabastecernos necesitamos el 1 % del territorio, unas 5.000 hectáreas, para instalar placas fotovoltáicas, que es la única apuesta viable; la eólica en plataformas flotantes en el mar ya llegará. Los parque fotovoltáicos no son incompatibles con determinados usos agrícolas y ganaderos.
¿Los tejados de los polígonos industriales?
—Nuestros cálculos son aprovechar entre un 20 y un 35 % de los tejados de los edificios –requieren una orientación sur para ser útiles– y el autoconsumo; todo permitirá abaratar la factura eléctrica de Balears.
¿Y el hidrógeno?
—Puede ser una fórmula para almacenar energía y generar electricidad durante la noche, también como combustible de aviones o barcos.
¿La convulsión actual tiene fin?
—En el mercado de futuros el Megavatio se cotiza a 93 euros en 2022 frente a los 127 de ahora y en 2023 a 61 euros. En 2028 está ahora en 32,5 euros, la tendencia es claramente a la baja.
Intuyo que las eléctricas se están forrando...
—En nuestro caso esta situación nos destroza la cuenta de resultados. Las referencias eran de precios mucho más bajos y en el primer semestre hemos perdido un 25 por ciento de los beneficios. En estas circunstancias ganan los países productores de gas, como Argelia, Rusia y algunos emiratos, y quienes producen con agua embalsada o tiene nucleares.
¿Cómo adivina el futuro del sector eléctrico?
—En el año 2050 se habrá completado la descarbonización, aunque creo que el cambio climático será el que marque el calendario final. Este escenario es una oportunidad para que occidente recupere el liderazgo tecnológico, un proceso que seguro que generará tensiones; algo similar a lo ocurrido en el campo de las telecomunicaciones. Balears debería ser protagonista de estos cambios promoviendo el desarrollo de tecnología para crear su propio modelo energético que genere conocimiento y riqueza; aunque el turismo seguirá siendo protagonista.