Ava Gardner, que vino a Mallorca a ver a Robert Graves, o George Sand, que se trajo a Chopin a Valldemossa, son dos mujeres muy conocidas que anduvieron por nuestra historia, pero hay otras muchas poco o nada conocidas que también transitaron por la Isla y cuya huella en las artes y las letras fue importante o está por valorar.
Ana María Matute pasó una temporadita en casa de Cela; en Deià vivieron la gran poetisa salvadoreña Claribel Alegría (discípula de Juan Ramón) o mi amiga la antropóloga Jacqueline Waldren. Dorothea Minola Alice Bate, paleontóloga, recorrió en 1909 Mallorca y Menorca encima de un burro, buscando en las cuevas huesos de Myotragus.
Completamente desconocido es el paso por Balears, en 1933, de la pintora neozelandesa Mss. Mary Hogdkins (1869-1947), vendió muy bien un cuadro pintado en el condado británico de Cornualles y con las ganancias decidió irse a Ibiza. En la isla Pitiusa pintó mucho porque tenía apalabrada una exposición en las famosas Lefebvre Galleries, en King Street, Londres. Encontró frío el clima ibicenco y se iba a calentar al café de Dalt Vila. En Ibiza estuvo medio año y de la isla le fascinaba «su vida simple y lenta». Su obra pictórica se puede ver en algunos de los museos más importantes del mundo… ¡Qué decir de Norah Borges, pintora y hermana del gran escritor argentino, de Laura Riding, Gertrude Stein y Alice Babette Toklas, de Lene Schneider-Kainer, Johanna Ey y tantas y tantas intelectuales que dieron lustre a Balears! Hoy vamos a recordar a tres mujeres que no suelen figurar en los manuales al uso de nuestro pasado.
Gabriela Mistral, 1934
Es poco conocida la visita a nuestra isla de Gabriela Mistral (1889-1957). Premiada con el Nobel (1945), estuvo en 1934: recorrió puntillosamente Palma, se interesó por la obra y efluvios de Ramon Llull y estuvo merodeando por Valldemossa, y por el palacio del Rey Sancho, entonces cerrado, evocando la estancia y el recuerdo de Rubén Darío. De aquel viaje la escritora se llevó varias postales (de un patio mallorquín, de los almendros en flor, de la Catedral) que se encuentran en su casa-museo de Vicuña (Chile). Pocos años después de pasar por Mallorca, la poetisa chilena le dijo a un periodista de ascendencia cántabra en La Habana, que España era para ella un país antipático hasta que lo conoció. «Mi mayor permanencia la hice en Valldemossa, isla de Mallorca, y allí logré pulsar más adentro el espíritu español», explicó. Mistral escribió en 1912 al «gran y caro» Rubén Darío y le mandó dos poemas que publicó en Elegancias una revista que dirigía; sin duda, ese hecho la dejó marcada y desencadenó su interés y devoción por Mallorca, Valldemossa y por Rubén.
Zenobia Camprubí, 1922
Cansado del clima tropical de Puerto Rico con Juan Ramón Jiménez lleno, como siempre, de achaques, agravados los mismos por una profunda depresión, y con la nostalgia de España desde el exilio, Zenobia Camprubí Aymar (1887-1956), la mujer de Juan Ramón, barajó entre 1954 y 1956, la posibilidad de que ambos se vinieran a vivir a Mallorca, a ello les animó Camilo José Cela. Zenobia, escritora y traductora, conocía la Isla y la misma le gustaba porque «no tenía un clima clerical asfixiante y había muchos extranjeros». Fue una mujer cultísima y una de las pioneras del feminismo en España. Estuvo en Mallorca en 1922 y poco sabemos de su estancia, ni siquiera en la Universidad de Puerto Rico hay materiales sobre este viaje, sí está claro que Mallorca causó una buena impresión en Zenobia hasta el punto que quería vivir en ella con Juan Ramón. La muerte de la musa juanramoniana en 1956, lo impidió. Casi seguro que Zenobia conoció al poeta mallorquin Bartomeu Rosselló-Pòrcel porque este fue a ver una mañana, a su casa de Madrid, a Juan Ramón, que se dedicó todo el tiempo a hablarle mal de casi todos los poetas: Rosselló-Pòrcel salió de la visita espantado y muerto de risa…
Pilar de Valderrama, 1939
Valle-Inclán estuvo un día en Mallorca; Azorín y Unamuno, una temporadita, Maeztu hizo la mili en nuestra Isla, ¿quién falta del 98? Es probable que ni Pío Baroja ni Antonio Machado la conocieran, pero sí lo hizo la poetisa Pilar de Valderrama: la ‘Guiomar', la musa a la que dedicó tantos y tan hermosos poemas y cartas Antonio Machado. De la que estuvo enamorado platónicamente el poeta y ella de él, aunque por su posición social y conservadurismo, Pilar se limitó a soñar con don Antonio y a llevar el asunto con suma discreción.
Cuando murió el autor de ‘Campos de Castilla', en 1939 Pilar Valderrama estaba en Mallorca. Apenas sabemos nada de su estancia tal vez actuaba en la compañía del Teatro Nacional de Luis Escobar. Antonio Machado fue amigo de Gabriel Alomar (1913) y lector atento de los poemas de Juan Alcover. Oyó muchas veces de la boca de Rubén Darío hablar de Mallorca; y que Zenobia Campubrí y Pilar Valderrama iban a la tertulia del Lyceum Club (Madrid), una de las más selectas del primer cuarto del siglo XIX.