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Pandemia de coronavirus

Ni con el 70 % ni con el 90 % lograremos la inmunidad de grupo: vacunar para besar

Muchos besos han quedado reservados hasta tener la pauta completa de vacunación. | Pixabay

| Palma |

Estamos de enhorabuena. Hemos llegado al 70 % de personas vacunadas. El trabajo de las enfermeras ha sido y sigue siendo excepcional. Y el comportamiento de la población de Baleares y del conjunto de España es muy a valorar por las ganas de vacunarse que hay en la población. Llegar al 70 % de vacunación completa es resultado de un esfuerzo tremendo de muchos profesionales y no se puede dejar pasar la ocasión para ponerlo en valor.

Pero a partir de ahora estamos en una situación más difícil para incrementar el porcentaje al que hemos llegado. No nos basta el 70 %. Y necesitamos poner el foco en los beneficios porque es mucho mejor que quitar miedos sobre los efectos secundarios. El final de las vacaciones y la llegada de más dosis inyectará ritmo a la vacunación, que en agosto ha bajado en un porcentaje importante. Los viajes de verano y el tema de concertar cita han sido los principales aspectos que han marcado la situación de bajada en el número de vacunaciones semanales, a pesar de que se han abierto en Baleares los espacios de vacunación sin cita. Habrá que tomar otras medidas para incrementar el porcentaje de personas vacunadas.

Y entre ellas, hay que tener en cuenta la economía del comportamiento que nos ha demostrado que la forma de presentar la información afecta muchísimo a nuestra interpretación de los datos, el «efecto enfoque». Por ello, centrar el foco comunicativo en el riesgo muy extremo de desarrollar un efecto secundario muy poco probable, nos lleva en muchos casos a sobre reaccionar y tener un miedo irracional a algo, sin ponderar adecuadamente el beneficio relativo frente a ese riesgo.

Sentir miedo es algo normal. Esto se debe a que el cerebro de todos las personas, al encontrarse en situaciones de riesgo, reacciona de manera instantánea en defensa propia. En otras palabras, en situaciones de peligro se activa de manera instintiva un sistema de protección frente a posibles ataques o situaciones que puedan generar algún desequilibrio. El problema es que sintamos situaciones de riesgo que no existen. Además, a veces aumentamos el tamaño del miedo cuando no lo ponemos a ras de realidad. Por tanto, no le demos más poder al miedo que ya tiene.

Para ganarle al miedo no hay otro camino para afrontarlo, superarlo y obtener así la satisfacción que esto puede aportarnos. Y es que tenemos miedo a una enfermedad, a la muerte, al contagio, a lo desconocido, a lo extraño, a lo diferente, a lo distinto, a lo nuevo, al cambio. Miedo porque nos sentimos vulnerables. Miedo a la incertidumbre. Lo emocional es clave para conseguir el cambio y que el miedo no nos deje paralizados. Mucho por cambiar en la comunicación que recibimos lleno de estadísticas y con pocas historias que llenan de emoción.

Por tanto, poniéndole emoción diría que besar aumenta de forma saludable los latidos del corazón, ayuda a disminuir la presión sanguínea y evita los dolores de cabeza. Todos necesitamos besos y también vacunas contra la COVID19 para poder seguir dando besos.

Ya la consellera de Salut de Baleares Patricia Gómez declaraba hace unos días en una entrevista en Salut i Força que «No nos conformamos con vacunar al 70 % por la ‘inmunidad de rebaño', queremos llegar a toda la población de Illes Balears». Y ese debe ser el discurso. La inmunidad de grupo frente al coronavirus SARS-CoV-2 no se ha logrado cuando hemos llegado al 70 % de la población vacunada, pero tampoco con el 90 %. Sabemos que se reduce entre el 80 y el 91 % de infecciones en vacunados. Es que las vacunas evitan el contagio en la mayoría de la población vacunada. Y eso tenemos que decirlo más. Y probablemente mejor.

Sabemos que para este virus un 70 % no equivale en absoluto a la inmunidad de grupo, que es un concepto teórico que indica qué porcentaje de una población debe estar inmunizada para que una epidemia se extinga sin necesidad de medidas restrictivas y que depende del número de reproducción R del patógeno. Además, ese 70 % estaba planteado solo sobre la población adulta y ahora estanos vacunando a partir de 12 años.

La consecución de un porcentaje adecuado depende de factores, como la aparición de nuevas variantes que puedan evadir parte del efecto de las vacunas. Para calcular ese 70 %, se utilizó el número de reproducción básica del coronavirus (el número medio de personas que un infectado puede contagiar) al inicio de la epidemia, estimado en 3. El umbral de inmunidad de rebaño depende del número de reproducción básica (R0) y se define como 1 – 1/R0, lo que daba lugar a 0,7 o 70% de población vacunada como requisito. Ahora, el número ha cambiado y ello exige cambiar ese porcentaje. La alta contagiosidad de la variante Delta (la variante Alfa era un 60% más contagiosa que la de Wuhan y ha sido sustituida por la Delta que es un 60% más contagiosa) y el hecho de que las vacunas no son infalibles elevan a alrededor del 100% el porcentaje de población que sería necesario vacunar para alcanzar la inmunidad de grupo. La variante Delta tiene una capacidad de contagio unas 2,5 veces superior a la original de Wuhan. Para conseguir la inmunidad de grupo con estos valores del número R, será necesario tener plenamente inmunizada un número superior al 85 %.

El contagio es mucho más probable entre personas no vacunadas, las cuales se contagian 17 veces más que los vacunados. Una vez contagiado, se presentan síntomas 16 veces más entre los no vacunados. Los no vacunados terminan hospitalizados 30 veces más, y en UCI, 90 veces más. Y las muertes, 400 veces más.

Ante todo do ello, necesitamos más emoción y no solo información. Necesitamos más tocar la fibra sensible que infoxicación con datos o efectos secundarios, o cifras que dicen poco para tomar decisiones.

La clave es vacunar para recuperar besos y abrazos. Lo necesitamos.

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