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Clásicos en el mar

Los veleros participantes en la XXVI Regata Illes Balears Clàssics están cargados de historias que realzan su atractivo

El ‘Marigan’, entrando en el pantalán del Club Náutico de Palma ayer por la tarde. | M. À. Cañellas

| Palma |

Las aguas de la bahía de Palma acogerán hoy y mañana, si la ausencia de viento no lo impide, a 19 joyas del patrimonio naval que tomarán parte en la XXVI Regata Illes Balears Classics.

De cada una de estas embarcaciones se podría escribir no un reportaje, sino un libro. De hecho, ya tiene su propia publicación el So fong, de la armadora Montse Valle. Su hijo, Víctor Alarcón, que también es miembro de la tripulación de esta goleta de 1937 construida por Sparkman & Stephens en 1937, ha recabado toda la historia del paquebote, que tuvo como penúltimo dueño a Bruno Entrecanales y que entre sus múltiples avatares destaca su secuestro en Vietnam acusado de espionaje.

Víctor Alarcón y a su espalda el ‘So fong', que fue construido en 1937 por los astilleros Sparkman&Stephens. FOTO: Pilar Pellicer

La tripulación sólo pudo ser liberada tras la mediación de Javier Pérez de Cuéllar, por entonces secretario general de la ONU. Por si fuera poco, cuenta hasta con su propio perfume, pero esa es otra historia que merece la pena ser contada con mayor detenimiento en otro momento.

En el mismo pantalán estaba ayer el Recluta, del argentino Germán Frers. En 1942 sufrió un naufragio y su hijo, del mismo nombre, consiguió acabar de restaurarlo. Todo el proceso de ‘resurrección' ha sido documentado hasta en el más mínimo detalle por Zelmira Frers, hija y nieta de estos arquitectos navales.

Entre estas dos embarcaciones estaba atracado el Creole de las hermanas Gucci, que forma ya parte de la fisonomía del Club de Mar. Su casco de madera hizo que fuera usado para desactivar minas durante la II Guerra Mundial y su eslora (65 metros) lo convierte en uno de los mayores del mundo de su tiempo. No participará en la regata, pero desde su privilegiada situación será como la madre que vigila a sus ‘hijos'.

Uno de los participantes que cuenta con una historia más curiosa es el Arosa, perteneciente a la Armada española. En sus inicios fue usado como barco de recreo y en 1979, bajo el nombre de Algoma, fue interceptado en Canarias con más de seis toneladas de hachís, el mayor alijo de la época. Después pasó a ser propiedad pública y es una de las mejores embarcaciones en la actualidad en su categoría.

Las popas del Argos y del Margarita miraban al estribor del megayate Venus, de Steve Jobs, que en la actualidad es propiedad de la viuda del fundador de Apple, Laurene Powell. Las dos embarcaciones de madera y el diseño futurista de Philippe Starck reflejaban los cambios que ha habido en el mundo de la náutica en los últimos 80 años. Barbara Trilling, armadora del Argos, es viuda del abogado madrileño Luciano Díaz Canedo.

Barbara Trilling, armadora del ‘Argos', junto a Eduardo Méndez (izquierda) y John Hatch. FOTO: Pilar Pellicer

«Desde 1972 cuando lo compró mi marido, hasta que falleció, en 2013, fue el barco de la familia y también hacíamos regatas. Desde entonces sólo lo uso para competir», explicaba ayer Trilling, para quien su barco «no es el más bonito, pero sí fuerte y muy rápido».

A pocos metros, Adrián Mora comentaba que su tío Ignacio Del Llano es el armador del Margarita desde hace 12 años. «Dependiendo de la regata somos 5 ó 6 de tripulación». Tanto Trilling como Mora coincidían en señalar que el Venus les parecía más un hotel que una embarcación.

Javier Fernández (izquierda) y Adrián Mora, tripulantes del ‘Margarita', con base en el Port d'Andratx. FOTO: Pilar Pellicer

En el Club Náutico de Palma, velaba velas, que no armas, el Marigan, vencedor de la última edición (2019), propiedad del cirujano afincado en Mallorca Tim Liesenhoff, la embarcación más antigua de todas (1898). Habrá que ver si este velero que ha vivido en tres siglos es capaz de reeditar la victoria.

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