Los trabajadores de la unidad de convalecencia B, una zona COVID del Hospital General, se visten a diario con el buzo de protección para visitar a los pacientes que pasan la enfermedad con 28 grados centígrados. «Esta unidad reformada no tiene las frigorías suficientes y no refresca lo necesario para estar en temperaturas legales según la ley de riesgos laborales», denuncia Maria José Cordero, responsable de atención primaria de UGT en Balears.
«La temperatura continúa subiendo por la tarde y lo pasan muy mal, no sólo los pacientes, también los trabajadores que deben hacer esfuerzos físicos con el mono puesto», advierte, señalando que por la madrugada han llegado a registrar 30 grados.
La maquinaria está en marcha pero es insuficiente en un hospital ubicado en un edificio antiguo donde sólo las cristaleras nuevas permiten el aislamiento.
Pero el calor no sólo afecta a esta zona en concreto, «en lencería no hay aire acondicionado y las planchadoras, costureras y lavanderas que trabajan ahí están ahogadas», critica Cordero.
La situación no es nueva. Según la sindicalista llevan meses con problemas de climatización. «Parece que no supieran que después de la primavera viene el verano», dice. Ahora, además, los trabajadores están más cansados que nunca, «añádele la última ola de contagios, en la que muchos han cedido sus vacaciones», lamenta.
Un problema similar sucede en la Unidad de Problemas Relacionados con el Alcohol (UPRA) del Hospital Psiquiátrico de Palma donde estuvieron hasta el viernes pasado sin aire acondicionado. «Yo misma tuve un golpe de calor», reconoce Cordero. «Hay deficiencias un año tras otro, no es de ahora», añade.