Cuando uno entra en la sala de ensayos de Estepa teatre, nota una energía diferente. Hay humor, mucho compañerismo y gran profesionalidad, pero, sobre todo, amor por el teatro a raudales. «Somos una familia. ¿O qué somos si no?», pregunta Arcen Torres a todos sus compañeros, con una voz tan autoritaria que nadie podría ser capaz de negárselo.
La experiencia es un grado y Arcen es una de la actrices más veteranas de esta peculiar compañía, con 20 años de historia ya y perteneciente a la asociación Estel de Llevant, que está integrada por personas con trastornos de salud mental, como es el caso de Arcen, familiares y voluntarios. «Me gusta pisar el escenario, compartir momentos con mis compañeros y hacer reír al público», explica.
Desde la asociación tienen claro que este taller de teatro les permite trabajar en el ámbito terapéutico en múltiples aspectos de la persona como la atención, la concentración, la memoria, la expresión corporal, las habilidades sociales, la autoestima o la empatía. Además, esta actividad favorece la visibilidad del colectivo de salud mental
Una experiencia diferente
Nena Perelló, por ejemplo, cuya hija es usuaria de esta entidad, y formó parte de la compañía hasta hace poco, explica que «primero fue una forma de conectar con su hija; ahora que me he jubilado, un placer semanal». Y Agustí García, voluntario de Estepa teatre, recuerda que fue a ver una de las obras del grupo, y cuando terminó, se acercó a la directora para pedir unirse a la compañía.
La pandemia, el confinamiento, incluso la baja de maternidad de su directora, Bàrbara Nicolau, no han impedido que este año sigan ensayando y actuando en la Isla y fuera de ella, como hicieron la semana pasada en Barcelona con su nueva obra Viatges estel·lars.
Ahora les dejamos ensayando porque la función debe continuar.