Ha atendido el 90 % de los contagiados y ahora afronta una campaña de vacunación masiva en pleno verano en el que no va a dejar una dosis sin pinchar. La atención primaria no quiere culpables, solo soluciones a su frágil situación y ocupar el puesto que merece. Y pide un último esfuerzo: no bajar la guardia.
Es uno de los mensajes más escuchados estos días en el Palacio de Congresos de Palma, donde se ha desarrollado a lo largo de toda la semana el XXVII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), en el que estos profesionales han actualizado sus conocimientos con un telón de fondo inevitable: el coronavirus.
Lo han hecho además tras largos meses sin poder verse las caras más que por la pantalla. La cita ha reunido presencialmente a 1.000 personas -el máximo de aforo permitido-, 800 de ellas congresistas, y otros más de 2.000 virtualmente, demostrando así que un evento de estas características se puede celebrar de manera segura.
Realización de test de antígenos autoadministrados en el momento de la llegada, de la clausura y a los 14 días, cuyos resultados servirán para la elaboración del estudio Safe-Congress; mantenimiento de las distancias, gel hidroalcóholico en cada rincón, mascarillas FFP2...
Dada la alta cobertura vacunal entre los asistentes, el evento servirá también de laboratorio para comprobar la transmisión entre población inmunizada.
«Este congreso ha tenido un foco en la seguridad para demostrar que se pueden hacer las cosas con muchas garantías; algo puede fallar, pero hay que intentar, dentro de la prudencia y del conocimiento que tenemos, limitar los riesgos a algo controlable», comenta a Efe el presidente de la SEMG, Antonio Fernández-Pro.
La irrupción de la pandemia impidió la celebración de esta cita el año pasado; en 2021 han optado por un formato híbrido que, en su opinión, es el «primero de muchos»: hay cosas que han llegado para quedarse, y una de ellas es la convivencia de lo presencial, que irá ganando espacio paulatinamente, y lo online, que garantiza participaciones multitudinarias.
Las mascarillas, un aliado
Porque «la sensatez te dice que la vieja normalidad, entendida como la de antes, va a ser muy difícil de recuperar en su totalidad», dice Fernández-Pro; ha habido cosas «buenas», como es la práctica desaparición en las consultas de «mucha patología aguda estacional que provocaban unos picos de ingreso y de presión hospitalaria y asistencial».
Con lo que «habrá situaciones que, de una manera o de otra, convivirán con nosotros pero por el bienestar de todos». Se refiere por ejemplo a las mascarillas, en las que los pacientes epoc, asmáticos o con otras patologías respiratorias «verán un muy buen aliado».
De la misma opinión es el portavoz covid de la SEMG, Lorenzo Armenteros, que está convencido de que en épocas de alta transmisión de enfermedades respiratorias como la gripe, las mascarillas van a ser obligatorias en centros sanitarios o en entornos muy concurridos como el transporte público.
Sin embargo, critica que el Gobierno haya decidido retirar, a partir del próximo sábado, su imposición al aire libre sin «ningún argumento científico, porque el que es ahora el grupo de más riesgo de contagio (menores de 40) va a seguir en la calle sin vacunarse».
A su juicio, se debería haber tenido «un poquito de paciencia» y esperar a alcanzar la inmunidad de grupo «para hacer que esta medida no solo fuera beneficiosa y deseable, sino también más segura», ya que la percepción del riesgo en los jóvenes, aún sin vacunar, es casi nula. Y mezclar la ausencia de percepción del riesgo con la flexibilización de medidas «puede ser un cóctel muy peligroso».
La responsable de vacunas de esta sociedad, Isabel Jimeno, apunta que desde la perspectiva de la situación epidemiológica «está plenamente justificado» relajar la obligatoriedad de mascarillas en exteriores, pero hay otro componente de responsabilidad individual.
«¿Cuándo me la quito? Cuando tengo la seguridad de guardar la distancia social. ¿Cuándo no? Cuando no se puede respetar la distancia social, da igual el motivo: si vas por la calle y de repente hay mucha a gente, pues coges tu mascarilla y te la pones», resume.
Vigilar las variantes y no alarmar
Lo más importante para esta doctora es ser conscientes de que «esto es mundial» y no concluirá hasta que no haya una inmunización planetaria; sin embargo, solo el 10,2 por ciento de la población global ha completado la pauta.
«Hay que reactivar Covax», dice tajante sobre el mecanismo impulsado por la OMS y la Alianza para la Vacunación (GAVI) con la aspiración de garantizar un acceso rápido, justo y equitativo a las vacunas en todos los rincones del mundo.
En este contexto, es inevitable la aparición de nuevas variantes y que alguna de ellas pueda esquivar el escudo de las vacunas, pero subraya: «lo que tenemos que hacer los sanitarios es no alarmar más de lo que hace falta, porque nos pueden pasar cosas como la que nos pasó con la británica», con la que se «dramatizó» hasta demonizarla para después haberse quedado en nada.
Pero «es verdad que alguna se te puede escapar», así que lo que hay que hacer es «vigilar, mirar esas variantes y tener en marcha planes de contingencia» para reaccionar, desde aumentar la secuenciación a la creación o modificación de vacunas. Y, entre medias, «correr, correr y correr» con los pinchazos.
Soluciones, no culpables
El XVVII Congreso Nacional de la SEMG no se ha olvidado de repasar las principales patologías que llenan sus consultas, las innovaciones terapéuticas o las novedades diagnósticas.
Sin embargo, «ha sido el año de la covid», y esta enfermedad ha sobrevolado en buena parte de las comunicaciones, siendo el estudio que están realizando sobre la vacunación en afectados por covid persistente uno de los platos fuertes de la cita.
El trabajo revela que el 55 % no sufrió cambios, pero el 24,6 % mejoró tras el pinchazo. Solo un 18 % empeoró. La conclusión es que, con carácter general, deben vacunarse.
Bajo el lema 'Más que presencial, más que virtual. Un Congreso hecho a tu medida', el evento también se ha convertido en una tribuna en la que los profesionales de la atención primaria, los «grandes olvidados de la pandemia», como los define Armenteros, han reivindicado el sitio que les corresponde con algo tan sencillo como demostrar lo que han hecho en estos interminables meses.
No en vano, los médicos de familia han tratado, seguido y acompañado al 89,9 % de los contagiados y también se han hecho cargo del 10 % restante que ha requerido de asistencia hospitalaria tras recibir el alta, a la par que hacían esfuerzos titánicos por no dejar de lado a los pacientes no covid.
«Necesitamos unos servicios sanitarios más fuertes y una salud pública más potente que sean capaces de solucionar futuras situaciones parecidas», señala Fernández-Pro.
Ha llegado la hora de volver a poner ciertas cosas sobre la mesa: «Durante la pandemia dijimos que no era el momento de análisis ni de reproches, sino de sacar al ciudadano de donde estaba. Pero ahora ya sí es momento de hacer un análisis serio y reflexivo buscando soluciones, no culpables», zanja.
Mientras tanto, en este Congreso salpicado por la covid, la SEMG ha logrado transmitir su triple mensaje: «el primero, el de tranquilidad; el segundo, el de seguridad, porque tenemos cada vez más medidas para hacer entornos seguros dentro de la dificultad; y el tercero, el de no bajar la guardia: no tiremos por la borda lo conseguido durante este año y medio de sufrimiento».