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Mallorca da la bienvenida a los primeros cruceristas

Los cruceristas, paseando por Valldemossa. | Pere Bergas

| Palma |

El Dique del Oeste despertó con un sonido familiar y, hasta este jueves, ausente en la terminal: la sirena del Mein Schiff 2 resonó en el puerto tras 15 meses sin cruceros. Cerca de un millar de alemanes llegaron a la Isla a bordo del buque, del grupo turístico TUI, que navegaba con un 60 por ciento de su aforo.

Al funcionar Palma como puerto base, a primera hora de la mañana, la mayoría de los pasajeros, unas 800 personas, fueron trasladados al aeropuerto de Son Sant Joan para regresar a su país, mientras que el resto de viajeros pasaron la mañana por Valldemossa y Palma mientras se procedía a la desinfección del navío.

Divididos en grupos burbuja y distribuidos en seis autocares que abandonaron el dique alrededor de las ocho de la mañana y de forma escalonada, 200 alemanes visitaron el centro de Ciutat, Bellver y Valldemossa. Los cruceristas pudieron escoger entre dos excursiones: una opción sosegada, dirigida a personas mayores, en la que vieron los exteriores del Castell de Bellver, dieron un breve paseo por Valldemossa y acabaron su visita en el Parc de la Mar, y otra más dinámica, en la que pudieron recorrer en profundidad las calles de Palma durante más de una hora, además de visitar Valldemossa.

Los exteriores de Bellver fueron la primera parada de uno de los grupos, que disfrutó de la vista panorámica.

«Hemos recibido a los cruceristas con muchísima emoción. Ha sido un período muy duro y esto es una posibilidad de recuperar nuestras vidas y nuestro trabajo», aseguró Álex Fraile, guía turístico y portavoz de la plataforma ‘Sí als Creuers'.

No solo los guías se alegran por la reactivación de la actividad turística; los chóferes de autocar también muestran su ilusión: «Han sido unos meses muy duros, con muchos empleados en ERTE. A partir de marzo comenzó a reactivarse y la llegada de los cruceros será positiva para nosotros. La desescalada ha sido lenta, pero es mejor que no venga mucha gente para poder adaptarnos a los protocolos sanitarios», afirmó Óscar Rubio, chófer y presidente de Ultramar Express.

En su paseo por Ciutat, los visitantes debían avisar a su guía en caso de querer consumir alguna bebida o alimento, y las compras se reservaron a Valldemossa, donde la compañía se puso en contacto con la cafetería Sa Foganya, la joyería Perlas Orquídea y la tienda de souvenirs Bodegas Ca'n Gotxo, que ya estaban preparados para acoger a los turistas con todas las medidas estipuladas. Y es que la visita estuvo muy marcada por el protocolo sanitario establecido por la Conselleria de Salut y las normas internas de TUI: todos los pasajeros debían presentar un test de antígenos, excepto aquellos que ya habían contraído el virus en el pasado o que poseían el certificado de vacunación. Asimismo se les tomó la temperatura en repetidas ocasiones y, en el interior del autocar, cada pasajero tenía un asiento asignado, con el fin de poder identificar quién podía estar alrededor de un posible infectado.

La familia Fucks, que posa en Valldemossa, no ha dejado de viajar en cruceros desde que estalló la pandemia.

Por su parte, los visitantes se mostraron entusiasmados con poder desembarcar en Palma: «Es el primer viaje que disfrutamos desde que empezó todo y nos sentimos muy orgullosos de ser los primeros en poder desembarcar en la Isla», expresaron Michael y Tania, que siempre portaban encima a Erwin –un gallo de ganchillo que les regaló su hija– a quién le hacían fotos allí donde paraban.

Otros no han perdido el tiempo durante la pandemia: «Este es nuestro quinto crucero desde que se desató la pandemia. Es una gran experiencia y el barco está más vacío. Evidentemente hay grandes diferencias, marcadas por el protocolo sanitario, como llevar mascarilla en todo momento o no poder bailar a bordo, pero agradecemos esta sensación de seguridad», expresó la familia berlinesa Fucks. Otro de los visitantes germanos, Michael, también enfatizó la seguridad a bordo del buque: «En ocasiones puede parecer que las medidas de seguridad son muy estrictas, pero son necesarias y hemos de aprender a vivir con ellas».

En Valldemossa, los visitantes disfrutaron de un bonito paisaje desde el mirador.

A partir de las doce del mediodía los autocares emprendieron el camino de vuelta al Dique del Oeste. Allí, los cruceristas volvieron a embarcar a bordo del Mein Schiff 2, que puso rumbo a Cartagena a las diez de la noche.

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