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Galeras de Palma: alta tensión en la calle

Los conductores de calesas del centro de la ciudad se quejan de los efectos de la pandemia y de los ataques de los colectivos animalistas

Trabajadores de galeras en Palma, ante la temporada turística. | P.Pellicer/T.Ayuga

| Palma |

Han pasado más de sesenta años desde que la primera calesa para turistas empezara a recorrer las calles de Palma y su situación, actualmente, es incierta. A los estragos causados por la pandemia hay que sumarles los ataques que sufren de los colectivos animalistas.

Las 28 galeras que circulan por Palma se dividen en tres grupos según estén situados en la Catedral (15 carros), la calle Conqueridor (8) y s'Arenal (5), aunque en este último enclave salen ahora muchas menos debido a la escasa afluencia de turistas. Actualmente, un viaje de media hora tiene un precio de 35 euros. «Antes costaba 40 pero por la crisis lo hemos bajado», explican los conductores.

Encontramos a Rafael Suárez con su caballo ‘Talcual' a la sombra de la Seu. Es el único del grupo de conductores que se refugia bajo la catedral que accede a hablar para este reportaje. «No queremos salir ni dar nombres porque entonces nos buscan por las redes sociales para insultarnos y amenazarnos», explican sus compañeros. Para Suárez «la falta de turistas británicos nos está afectando ‘a tope'. Ya ves cómo está esto: vacío. No tenemos ayuda de nadie. Llevamos 15 meses sin hacer absolutamente nada. Ni el Ajuntament de Palma ni los animalistas se han preocupado de cómo están los animales. Lo hemos tenido que pagar todo de nuestro bolsillo. Podéis ver cómo están los caballos: en buen estado. Los animalistas solo saben denunciar y denunciar. Están todo el día incitando al odio. Ellos nos maltratan a nosotros: es una campaña de acoso y derribo. Está feo decirlo, pero es por racismo, esa es la conclusión».

Antonio Suárez, otro conductor, acepta hablar con nosotros pero no quiere fotos. Le acompaña su caballo ‘Norten'. «Nosotros paramos la muerte de estos animales. Ten en cuenta que vienen del hipódromo porque no valen para las carreras, y si no fuera por nosotros, acabarían en el matadero para hacer paté para perros. Con nosotros tienen comida, seguros, revisiones... De 200 que mandan salvamos a 20 o a 30», relata.

Padre e hijo

Este es el primer verano en el que Venancio Vargas, de 19 años, puede acompañar a su padre Manuel como conductor de pleno derecho. En esta entrevista les acompañan ‘Camarón del mar' y ‘Gerome', sus dos animales. El pequeño de los Vargas cuenta que «de momento la temporada va mal. Nosotros siempre hemos trabajado con los cruceristas porque al venir para un par de horas hacen el recorrido más grande para visitar lo más importante de la ciudad. Desde que empezamos en Semana Santa nuestro principal cliente ha sido el mallorquín. Hemos sentido un gran apoyo por parte de los de aquí. De no ser por ellos, muchos días nos hubiéramos ido a cero». Venancio cuenta que «el día 17 compareceré en el Consell de Mallorca para que declaren las carrozas de caballos Bien de Interés Cultural».

Manuel Vargas lleva 34 años de galerista. Explica que «siempre hemos ejercido esta profesión con libertad. Ahora, la cosa se ha puesto bastante mal y no tenemos libertad. Los animalistas pertenecen a un grupo político y es un pez que se muerde la cola. Y ahora entre la COVID-19 y que faltan los ingleses, tenemos una merma bastante fuerte. Este año tenemos entre un 80 y un 90 % menos de trabajo. Es algo increíble cómo podemos aguantar, ni yo mismo lo entiendo».

Mobilitat: «Las calesas no son el transporte del siglo XXI»

¿Tienen futuro las calesas en las calles del centro de Palma y s'Arenal? En la concejalía de Mobilitat, que dirige Xisco Dalmau (PSOE), afirman que «no son el medio de transporte del siglo XXI. Todo pasa por rescatar las licencias, pero eso supondría que el Ajuntament tuviera que desembolsar una cantidad muy importante y, en la actualidad, hay cosas prioritarias en las que centrarse». Lo cierto es que Cort lleva tiempo intentando recuperar las licencias, pero el Consell Consultiu le previno el año pasado de los derechos que poseen los titulares. Uno de los más importantes es que los títulos pueden heredarse y, por tanto, no tienen por qué retornar a Cort, salvo en caso de incumplimiento o renuncia.

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