Si hay un sector con experiencia en tomarle el pulso a la calle, ese es el del taxi. Ayer nos acercamos hasta el aeropuerto de Son Sant Joan para conocer de primera mano cómo les afecta la ausencia de turistas británicos y cómo han conseguido capear el temporal causado por la pandemia. También nos interesamos por la presencia de taxistas ‘pirata', que se han convertido en un problema que preocupa e indigna a los que hacen su trabajo de manera ‘limpia', pagando todos los impuestos.
Testimonios
Jaime Bonnín lleva «en el gremio unos 31 años». Afirma que «este año, a falta de turistas ingleses, trabajamos con otras nacionalidades, como alemanes, suizos o finlandeses. Poquito a poco nos vamos recuperando. Entre semana el trabajo está flojito y a partir del jueves se animará un poquito más. El año pasado facturamos muy poco, pero recibimos ayudas. En comparación al año pasado ganamos un poquito más pero es imposible compararlo al 2019». Preguntado por los taxistas ‘pirata', Bonnín se queja de que «es un problema grande. Ellos han estado inactivos y se nota que hay hambre. Pediría a las autoridades que se pongan manos a la obra porque el problema va a ir a más».
La zona de salidas del aeropuerto registraba ayer mediodía un tráfico moderado de viajeros. Nada que ver con un día de junio prepandemia. Un detalle que ilustra la falta de turistas es la ausencia del pasacarreras, el encargado que, en temporada alta, regula el tráfico de taxis para que no haya atascos y se siga un orden de salidas. Unos taxistas nos contaron que están en ERTE desde hace un año. Pero no es un problema: «El problema es que no hay tránsito», dicen los profesionales.
«Santiago Torres explica que «este va a ser mi séptimo año como taxista. Sin británicos se nota mucho. Hay que hacer algo. Esto es un poco de ‘politiqueo', que ahora no les interesa salir de Europa y no traer a la gente. La previsión todavía no es buena. Conozco a muchos que no pueden pagar las letras. No me imagino pagar una casa, los alimentos o tener dos niños. El año pasado la facturación fue ridícula. Creo que no llegamos a 1.000 euros y entre la emisora y la cuota de autónomo se nos fueron 500».
Con 31 años de experiencia de taxista en Palma, Reyes Pinel es una voz autorizada para radiografiar el estado del taxi en la Isla. Cuenta que «la falta de turistas ingleses no nos afecta mucho, sino muchísimo. No solo es el que va a Magaluf, sino el que va a Cala Millor u otros sitios de Mallorca. Estamos contentos de que ahora podamos salir a trabajar cuatro días en vez de dos. Hay un poquito más de movimiento porque han venido alemanes y nórdicos y se nota. Mayormente, los que han venido son los que tenían apartamentos o casas, más que clientes de hoteles, que ahora empiezan».
Paloma Carreras lleva 12 años al volante de un taxi. Manifesta que «he tenido que hacer un parón de un año y medio por la COVID. Esperamos que la cosa se anime, pero no creo que sea mucho».
Jorge Munuera lleva 15 años con el taxi. «Salvar la temporada ya es complicado porque hace tiempo que ha empezado. Lo que hemos perdido ya no se va a recuperar. Salvar la temporada, no. Sobreviviremos. Salvar la temporada... depende. Cada uno tiene sus problemas».