«El problema no es el turismo, sino la euforia», alertó Fernando Simón esta semana pasada, respecto a la campaña de atracción de turistas británicos, cuyo Gobierno se resiste a calificar a España como país de bajo riesgo. Los datos, desde luego, le dan la razón, aunque es verdad que las Islas Baleares, así como las Canarias por sus excelentes datos se merecen otro trato por parte del gobierno británico, siempre teniendo en cuenta que en la actualidad el Reino Unido tiene un problema adicional ligado a la subida del número de casos por la variante india. Por tanto, la euforia nos puede llevar por el camino no adecuado, a pesar de los excelentes datos que tiene Baleares.
Y es que tras la paralización casi completa de la actividad turística en Baleares provocada por la COVID-19, el sector enfrenta numerosos desafíos a la hora de encauzar su recuperación. En la actualidad la mayoría de empresas y negocios turísticos de Baleares están esperanzados tras más de un año de una situación alarmante. No obstante, es importante mantener una mirada a medio y largo plazo, con el objetivo de poder planificar correctamente esta vuelta a la normalidad, no basado en volver a la misma situación que antes, sino aprovechar el cambio para dar una vuelta y media al sector en las Islas. Sin lugar a dudas, la actividad turística se encuentra inmersa en el contexto más exigente de toda su historia. El modelo turístico de masas, clave del crecimiento del turismo balear, ha de acometer, necesariamente, una redefinición de cara al futuro.
Aunque desde la caída del estado de alarma la incidencia acumulada en España a 14 días ha bajado más de 70 puntos, aún quedan semanas para alcanzar el objetivo de los 50 marcado por el Gobierno. En Baleares la incidencia acumulada es de 39,1 a los 14 días y de 18,9 a los 7 días, lo que nos coloca en una situación inmejorable con respecto a otras CCAA españolas y a la media española que supera los 120 por 100.000 habitantes. En este momento, la transmisión comunitaria está controlada en España.
El dato clave es el efecto de la vacuna en la presión asistencial. La última semana de enero fue en España en la que se registraron más ingresos en hospitales por COVID-19 en todos los grupos de edad, y desde el 22 de junio, el 65% de los hospitalizados han sido mayores de 60 años. Pero en la última semana, este grupo de edad representa el 52% de los ingresados. La ocupación hospitalaria por COVID está en un 3,9%. Ha pasado de 8.605 pacientes en la primera semana de mayo a los 4.813 actuales. Y mejor que no nos centremos tanto en la edad. De hecho, los ingresos de las personas de 0 a 49 años, comparados con su pico en la tercera ola, representan un 22% de los que había entonces. Y la desocupación de las UCI está yendo a un ritmo más lento porque quienes las llenan son más jóvenes y presentan cuadros más largos que les obligan a ingresar más tiempo. En Baleares, hay 12 personas en la UCI y 22 personas ingresadas, con una disminución de 7.
La positividad por COVID-19 del total realizado, está en su mejor momento. Por primera vez desde septiembre, Baleares tiene una tasa de 0,88 y España presenta una tasa por debajo del 5%, requisito fundamental para considerar una epidemia bajo control según la OMS. En Euskadi, la tasa de positividad vuelve a subir por encima del 5%.
Y de las comunidades que más pruebas han hecho la última semana destaca en primer lugar, Baleares (2.267 por cada 100.000 habitantes). España no tiene ningún territorio en riesgo extremo y los casos están en mínimos desde el 14 de agosto. Por otro lado, la incidencia por grupo de edad también mejora. La edad media de los casos acumulados es de 43 años; pero la edad media de la última semana es de 37 años.
Sobre las vacunas, una de cada seis personas mayores de 16 años ha recibido al menos una dosis de vacuna en España. Además, tiene al 100% de sus mayores de 80 años inmunizados, lo que le sitúa a la cabeza de la UE en la vacunación de los mayores. Esta semana de junio Baleares recibirá una partida récord de 116.400 dosis, que permitirá completar la pauta de vacunación con segundas dosis a más de 70.000 personas y administrar 46.000 primeras dosis a la población nacida hasta el año 1976.
Las muertes son el indicador optimista. Y en Baleares en la última semana, 0 muertes.
Sigamos en esta senda para poder abrir poco a poco, disminuir las restricciones, a partir de una buena vigilancia epidemiológica, un buen rastreo y una mejor vacunación a ritmo rápido. Sin excesiva euforia, el turismo llegará mejor.