Es conocido por todos los padres primerizos, desesperados por conseguir hacer dormir a su bebé. El doctor Eduard Estivill es autor del libro Duérmete niño y ahora, junto a su hija Carla Estivill, acaba de publicar El mètode Tokei para poner en hora el reloj interno de los adultos, trastocado por la pandemia. Este fin de semana estará en el Auditòrium de Alcúdia para dar las claves de un sueño reparador.
¿Cuántos niños (y padres) han dormido más gracias a usted?
—Los libros están basados en los conceptos científicos que vamos descubriendo en el campo de la medicina del sueño. Hace muchos años, uno de los primeros trabajos que hicimos conjuntamente con muchos otros investigadores a nivel mundial fue conocer mejor el sueño de los niños. Pusimos en palabras fáciles lo que la ciencia había descubierto para ayudar a los papás a enseñar a estos niños a dormir. El hecho de que se hayan vendido cuatro millones de libros no es por promoción o publicidad, sino por el boca a boca. Las mamás han aceptado que no es una teoría del doctor Estivill, sino un conocimiento científico que ha ayudado a millones de padres.
Antes dormía niños y ahora a adultos.
—No hay diferencias en las rutinas para dormir entre adultos y niños. Para los niños, las rutinas las proponen los papás. En el caso de los adultos, éstos son mucho más anárquicos al seguir las rutinas. Nosotros explicamos lo que nos parece más correcto pero depende del adulto si quiere seguirlo o no.
Afirma que dormimos peor a raíz de la pandemia.
—Siempre ha habido un 20 por ciento de la población que ha tenido problemas de sueño. Ahora con la pandemia ha aumentado a casi un 50 por ciento. Es la incertidumbre que vivimos durante el día: cuando llegamos a la noche estamos más inquietos y nos cuesta más conciliar el sueño. Esa incertidumbre es lógica.
¿Qué consecuencias tiene un sueño de mala calidad?
—El sueño es un taller de reparación y de memorización de lo que hemos ido aprendiendo durante el día. No dormir tiene consecuencias durante el día: el cansancio, la somnolencia, el envejecimiento prematuro... Las estructuras de nuestro cerebro y nuestro cuerpo van envejeciendo si no las cuidamos. También hay mal humor, irritabilidad y sobre todo, menos concentración. Dormir bien es tener un buen día.
¿Afrontaríamos mejor esta coyuntura si durmiésemos a pierna suelta?
—Una de las medidas que recomendamos para afrontar esta situación de incertidumbre es tener unas buenas rutinas de sueño: unos horarios para acostarse y levantarse más o menos similares, horarios de comidas adecuados, que nos toque la luz a primera hora del día, hacer ejercicio... Tener unas buenas rutinas nos ayuda a afrontar mejor este mal dormir de la pandemia.
¿En que consiste exactamente el método Tokei?
—El método Tokei explica cómo poner en hora nuestros relojes internos. Tokei significa reloj en japonés. Dentro de nuestro cuerpo existen unas estructuras que actúan como relojes que ponen en hora nuestros ritmos. La vida es un ritmo, pero hay muchos en nuestro cuerpo: el ritmo cardíaco, respiratorio, menstrual... Los ritmos circadianos suceden cada día y se repiten cada 24 horas. Dormir es un ritmo circadiano.
¿La cultura mediterránea es nefasta para el sueño?
—En nuestro país, por razones de organización social, somos poco europeos. Nos acostamos mucho más tarde y en cambio nos levantamos a la misma hora que ellos. Somos un país que va corto de sueño y el rendimiento al día siguiente es peor. Por eso dicen que los españoles trabajamos mucho pero rendimos menos que otras culturas, como las nórdicas, que trabajan menos horas y rinden más. Reivindicamos desde hace tiempo que queremos ser europeos en todos los sentidos, que nos cambien los horarios, que nos dejen tener los de Portugal o Italia. En Portugal cenan a las ocho de la noche. Y esto significaría que nos podríamos ir a la cama alrededor de las once, para levantarnos después a las siete. Tras dormir ocho horas, tendríamos un magnífico día.