Qui coneix, estima; qui estima, conserva». Con esta filosofía, la asociación Tramuntana XXI, que trabaja para impulsar la preservación de la Serra, ha puesto en marcha un programa piloto 360º en Son Torrella, la finca situada a mayor altitud de Mallorca, a los pies del Puig Major.
El objetivo del proyecto tiene dos vertientes: por un lado, convertir sus 440 hectáreas en un laboratorio de conservación del patrimonio natural y cultural de la zona. Y, además, tiene la firme intención de demostrar la viabilidad económica de este tipo de fincas rurales de la Serra.
Lento declive
El abandono de la agricultura supone una grave amenaza para la conservación del patrimonio natural y etnológico de la Isla, pero en especial de la Serra de Tramuntana. «Llevamos años viviendo el inexorable declive del sector primario en Baleares, que se agudiza en la zona de la Serra por la idiosincrasia del terreno. Muchos propietarios han tirado la toalla y abandonan décadas de trabajo: en el mejor de los casos, las actividades tradicionales ya no se llevan a cabo, pero la tendencia al alza es que las fincas se abandonen», lamenta Joan Juan, vocal de Tramuntana XXI y persona al mando de este programa piloto, al tiempo que alerta de que «una Serra abandonada supone una mayor amenaza de incendios, la proliferación de plagas forestales, una menor infiltración del agua de lluvia, un incremento de la erosión y el deterioro de los valores paisajísticos».
¿Y por qué se están dejando de lado las actividades tradicionales? La falta de rentabilidad y la enorme complejidad en la gestión de las fincas de montaña actúan como elementos para desincentivar a los propietarios y gestores. Para muestra, un botón: según datos facilitados por Tramuntana XXI, los costes de producción de un litro de aceite se triplican en la Serra, en comparación con producirlo en el Pla de Mallorca, por ejemplo.
Y mientras el Govern echa la mirada a un lado, la falta de ayudas e incentivos a los propietarios nos llevan a la situación actual.
Primer proyecto
Para paliar el declive, Tramuntana XXI ha elaborado un manual para administrar fincas rurales con la información básica para una gestión activa y efectiva de los terrenos. Asimismo, ha puesto en marcha una iniciativa que pretende servir de acompañamiento a gestores y propietarios para facilitar la coordinación de las fincas, optimizando los recursos y maximizando los resultados. Ofrecen un diagnóstico preliminar gratuito de las fincas y con los interesados, como los propietarios de Son Torrella, llegan a un acuerdo por el que esta entidad se responsabiliza de la tutela diaria de los terrenos con el objetivo de consolidar un proyecto en el que la conservación, la formación y la investigación sean los pilares básicos.
El proyecto piloto de Son Torrella, que se inició a principios de este año, está dirigido a la recuperación forestal del entorno, aunque hay que recordar que en la década de los 90, la familia propietaria, con Carlos Zayas al frente, emprendió la mayor repoblación de la Isla realizada por una iniciativa privada, plantando hasta 60.000 árboles, gracias a la ayuda de la organización ecologista Amics de la Terra.
Ahora los Zayas quieren dar un paso más allá y muestran su compromiso con hacer de la finca «un ejemplo de gestión integral sostenible y eficiente, respetuosa con la tierra y el territorio».
Mejores y potencialidad
Como argumenta Tramuntana XXI, el proyecto de Son Torrella incluye los aspectos que se deben tener en cuenta a la hora de gestionar una finca rural bajo la premisa de la sostenibilidad: gestión forestal y protección de la biodiversidad y el patrimonio; impulso de actividades productivas de bajo impacto para su mantenimiento, como la actividad cinegética o la producción de miel; dinamización de actividades de educación ambiental y participación ciudadana, etc.
Así, los trabajos que se han estado realizando hasta el momento han ido dirigidos a la restauración del sistema hidráulico de captación y almacenaje de agua; también se están recuperando los cerramientos perimetrales que evitan el tránsito de cabras y ovejas en las zonas forestales más sensibles de la zona; se está creando una cartelería informativa para los visitantes y trabajan en el diseño de una plantación de hierbas aromáticas para la producción de aceites esenciales, así como nuevos apiarios. Sin olvidar que se está dando forma a una oferta interpretativa, que permita dar a conocer los valores del entorno a la vez que procuren unos recursos para su reinversión en el desarrollo del proyecto.
Como explica el gestor ambiental Joan Juan, «este espacio y sus instalaciones tienen una potencialidad enorme de cara a la puesta en marcha de iniciativas de investigación científica y educación ambiental que permitirán tener más conocimientos sobre los valores de la Tramuntana y, de paso, acercar la comunidad escolar a la realidad actual de la Serra y la necesidad de invertir en su preservación», enumera. El trabajo acaba de comenzar, pero como recalca Joan Juan, «es una iniciativa pionera y ejemplarizante».