No son habituales los libros sobre la historia del periodismo en las Islas. Ni siquiera la reflexión sobre éste. Miguel Ángel Moreno Gallo, 68 años, es periodista y profesor colaborador de la Universidad de Burgos. Fue redactor jefe y subdirector del diario ‘Baleares' cuando lo editaba la cadena del Movimiento y, luego, el ente de Medios de Comunicación Social del Estado. Llegó a Mallorca poco después de la muerte de Franco, en 1975. Ha escrito De la Falange al PSOE. Diario Baleares (1975-1984): crónica de una transición (Biblioteca de Ciencias de la Comunicación, Fragua, 2020).
¿Era en 1984 o es hoy posible la prensa pública?
— Hoy lo veo poco probable. En 1984 todavía hubo intentos, existía en Portugal. Cuando llegó el PSOE al Gobierno ya vino con la idea de continuar la liquidación que inició UCD.
Le entrevisto desde un diario del grupo que compró el ‘Baleares'. En su libro no da detalles.
— Hablo de lo que viví, de lo que fui testigo, de cómo fueron los últimos tiempos. Mientras yo estuve, pasaron ocho directores. Lo que me llevó a escribir fue que esa historia no se perdiera y dejar testimonio.
¿Cómo llega a Mallorca un periodista de Burgos?
— Tenía 23 años. Estaba en La Voz de Castilla, editado por la cadena del Movimiento como el Baleares, y mi director, Javier Zuloaga, me dijo que el nuevo director del ‘Baleares', Antonio Pizá, buscaba gente joven para empezar una nueva etapa. Llegué como redactor jefe. Era la fusión de dos épocas: un grupo de jóvenes con periodistas de otra época.
Dice usted que una década antes, el Baleares ganaba mucho dinero. Hoy es impensable en la prensa.
— El Baleares había sido una máquina de ganar dinero y junto a otros periódicos más mantenía toda la Cadena. Mallorca se veía como sinónimo de dinero. Más de la mitad de páginas eran publicidad. Fuimos bien recibidos por los ‘veteranos' pero el periodismo de esa época poco tenía que ver con lo que la sociedad y las nuevas generaciones demandaban.
No deja mal a Antonio Pizá pero sí recuerda cosas: que había dicho ‘Franco, no te mueras nunca'.
— Eso fue en octubre de 1975, yo no había llegado. Fue en un acto de Falange y el diario Última Hora lo sacó en una página. Había grandes polémicas. Pizá escribía muy bien. Evolucionó y al final le reprochaban lo contrario. El ‘Baleares' era un diario del poder más que del Gobierno. Informaba de todo, a veces con debates internos. La prensa del Movimiento cambió por el relevo generacional, por las jóvenes promociones de periodistas que llegaban. Pero cayó por la mala gestión económica y los intereses. Un director enviado desde la Moncloa quiso ponerlo a las órdenes de la UCD y otro, del PSOE. No podía salir bien. Había que intentar que muriera dignamente. Cuesta explicar y entender esa época desde nuestra óptica.
¿Por qué ha escrito el libro?, ¿qué reivindica?
— Me marché de Mallorca en 1984, tengo una hija mallorquina. Creo que había que contar esa época tan agitada, sin más pretensiones. No reivindicó nada. Tuve la sensación de que se había corrido un tupido velo sobre la época de la Transición. Para muchas generaciones, era como si no hubiera existido. Y el ‘Baleares' había sido un trasatlántico que se hundía como una chalupa. Quería contar lo que viví para dejar constancia en los archivos. En periodismo, cuando dejas de escribir. no eres nadie, ni te saludan por la calle.
¿El futuro del periodismo es digital?
— A eso vamos, pero yo sigo comprando el periódico de papel, embruja, no sé si soy de los últimos. El otro día me preguntó el quiosquero ‘¿cree que me jubilaré en este oficio?' Las élites todavía quieren papel, les pasan dossiers en papel y se quieren ver en las fotos.