C. L., el presunto cabecilla de la trama de estafas e inmigración ilegal destapada por Última Hora, es un empresario que tenía peluquerías low cost en Palma y un gimnasio que utilizaba como tapadera. Hacía alarde de su nueva vida tras su detención en 2017 en una macrooperación de la Policía Nacional contra el tráfico de sustancias estupefacientes, dopantes y anabolizantes.
El arresto supuestamente le hizo reinventarse a los 29 años. Se desvinculó de algunas amistades tóxicas y del dinero fácil. «He cometido algunos errores en el pasado. No voy a negar que he consumido anabolizantes, como la gran mayoría de personas que se dedican al mundo del culturismo o del fitness», explicó en una entrevista concedida a este periódico.
El jefe de la supuesta trama, cuya investigación sigue abierta, comentaba en esa entrevista que es un entrenador personal con una larga trayectoria en el sector del fitness y relataba que abrió un canal de Youtube, con casi 150 suscriptores, en el que publicaba vídeos «para ayudar a chicos desorientados». Una especie de Hermano Mayor que no ha sabido dar ejemplo y se ha arrepentido al verse entre rejas.
C.L. se encuentra en prisión preventiva desde hace una semana tras confesarlo todo. Reconoció que cobraba entre 5.000 y 8.000 euros a cada inmigrante para regularizar -con la ayuda de los abogados detenidos- su situación.