Una ventana, un muro y unos vecinos enfrentados desde hace años que encadenan pleito tras pleito en los juzgados. El conflicto se ha traducido ahora en la condena por un delito de coacciones contra los propietarios de una finca por tapar con una pared esa ventana a su vecino.
La ventana de la discordia está en Petra y comunica la cocina de la víctima con el patio de los dos condenados. Se abrió cuando todo era una única propiedad que pertenecía a la misma familia. Más tarde se dividió la casa entre dos hermanos que durante años vivieron allí hasta que ambas familias la vendieron. Los dueños de la finca en la que se quedó el patio llevan décadas de intentos para cerrar ese ventanal y ahora, la Audiencia Provincial confirma la segunda condena por un delito leve de coacciones. Al no poder tapiarla, tanto en 2005 como en 2019 optaron por construir una pared que, en la práctica, ciega esa apertura. Al otro vecino le deja sin luz y sin apenas ventilación en su cocina, que no tiene más aperturas y que, según un guardia civil que declaró en el juicio ahora huele a húmedo.
Los dos condenados amparaban la construcción del muro en una sentencia anterior de la Audiencia Provincial, en este caso de una sección civil. Sostenían que en ese pleito se les permitía esa fórmula. Los magistrados que han revisado el caso discrepan de esta interpretación. Señalan que lo único que se resolvió entonces es que, como la ventana lleva abierta más de 45 años queda prescrita la posibilidad de que se ordene cerrar la ventana.
El Código Civil impide su apertura de forma directa sobre otra propiedad si no hay dos metros de separación. La condena por coacciones les recuerda que esa sentencia nada dice sobre si el dueño de la cocina tiene un derecho a luces y vistas y que, por tanto, antes de tapiarle, deben acudir a un nuevo procedimiento judicial.
Mientras tanto, su comportamiento es un delito leve de coacciones que les supone una multa de 700 euros a cada uno y una orden para derribar el muro y dejar que se ilumine la cocina de su vecino.