Lo llaman fatiga pandémica pero también hay una sensación de hartazgo, de rabia que se percibe en la consecución de manifestaciones y en la reacción de la población. Los ciudadanos están agotados después de diez meses de pandemia y los psicólogos y psiquiatras alertan del deterioro del estado mental.
Así se expresa Antònia Ramis, coordinadora del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Crisis de Balears, así como vocal de Emergencias del Colegio de Psicólogos (COPIB). «Nos hemos dado cuenta de que tras pasar un confinamiento tan largo, adaptarnos a una situación desconocida y aprender a gestionar nuestros estados de ánimo es difícil; ahora sufrimos una privación de libertad», dice Ramis.
Según la especialista, «se está instalando el cansancio y el desánimo por la incertidumbre. Todo esto después del enorme esfuerzo de la población y los políticos». También existe la otra vertiente: aquellos que «se instalan en una falsa seguridad y han bajado la guardia. Viven una falsa realidad y una relajación».
Ante semejante panorama, «llega la resiliencia, la capacidad de afrontar momentos difíciles y salir adelante. Aunque está condicionada por las nuevas medidas restrictivas y las pérdidas a todos los niveles».
Si hay una parte de la población que se instala en la «hipervigilancia», luego hay otra parte que huye de la realidad «y cree que no hay contagio. Todas las generaciones padecemos las consecuencias». En el caso de los jóvenes, «la privación de la libertad choca con la etapa en la que necesitan una explosión social. Esta fatiga pandémica les hace relajar las medidas de protección».
Según Ramis, también se percibe una cierta rabia en el ambiente. Si al principio de la pandemia primaba el lema ‘Todo va a salir bien', «con cierta resignación y adaptación a las nuevas medidas de confinamiento, ahora es lógico que aparezca la frustración», dice la responsable del Grupo de Intervención en Emergencias. Especialmente entre los empresarios que deben adaptarse a las medidas cambiantes.
Otro asunto es la sobrecarga del personal sanitario. «con un exceso de responsabilidad y trabajo». Y todo esto mientras las vacunas llegan a cuentagotas.
De la relajación a la ansiedad o la rabia, el estado anímico de la población está pasando por un amplio abanico de sentimientos provocados por la situación.
En las consultas de los psicólogos también se está percibiendo el empeoramiento de la salud mental tras meses y meses de virus. «Hay un sentir de agotamiento, sostienen la ansiedad tanto tiempo que ya no pueden más. Hay tristeza, irritabilidad y apatía, lo que se conoce como fatiga crónica». Ivorra advierte que «se ha perdido la inocencia de la primera fase de la pandemia, cuando teníamos puestas todas las esperanzas puestas en 2021. Ahora vemos que vamos a peor».
Apoyo
Ivorra aconseja afrontar esta fatiga emocional «recurriendo al apoyo de los demás. Se deben cumplir las recomendaciones sanitarias pero no nos podemos aislar emocionalmente. Tenemos que cuidarnos, en lo físico y en lo emocional».
La psicóloga también advierte que «debemos entender que muchas personas se sienten mal, es algo común. Y yo no soy muy optimista: esta pandemia no sacará lo mejor de nosotros, ni saldremos más fuertes».
¿Qué nos depara el fin de la pandemia?, ¿repetir los patrones de los locos años 20? Ivorra no sabe si se repetirá la euforia del siglo pasado, «no creo que el bolsillo esté para muchos dispendios». Ivorra lamenta que «no se refuerce el apoyo psicológico en la Seguridad Social. Mucha gente no puede pagar una consulta».