El doctor Julio Velasco (Barcelona 1956) dirige una de las áreas más delicadas del sistema sanitario, la unidad de pacientes críticos de Son Espases, que lleva un mes ampliando camas continuamente para que ningún paciente grave se quede atrás.
¿Cómo era la UCI hace un año y cómo es ahora?
— Teníamos 32 camas y una unidad de intermedios de las que utilizábamos la mitad, seis plazas. Recibíamos a los enfermos críticos del centro y los de referencia de otros hospitales. Ahora tenemos 56 camas para pacientes con COVID y 38 para otro tipo de enfermos después de reestructurar dos unidades de rehabilitación. Cada 24 o 48 horas se reúne una comisión de camas críticas para poder asumir con tranquilidad a los enfermos que tengan que ingresar y preparar más plazas en el resto del hospital por si hubiera una avalancha de ingresos, lo que nos da tranquilidad sobre todo ahora.
Sin embargo el problema no es tanto de espacio como de personal con una formación específica.
— Tengo a la supervisora de UCI, Celia Sánchez, que es un fenómeno y a la doctora María Riera que desde hace meses se han dedicado a formar a médicos y enfermeras de otras especialidades. Además muchas enfermeras que habían salido de la UCI a otros servicios han vuelto para hacer turnos, lo que agradezco muchísimo.
¿Hay que ser solidarios con Eivissa ahora que necesita personal?
— En esta situación hay que ser solidarios con otros hospitales aunque sea difícil porque aquí también andamos justos. Nosotros hemos tenido a cinco anestesistas en UCI viendo enfermos y ahora tenemos a dos pediatras dando apoyo.
Hace una semana pedía un confinamiento domiciliario para aliviar la carga hospitalaria, ¿sigue siendo partidario?
— Las medidas que se han tomado son importantes y los ingresos hospitalarios en Mallorca están en fase de estabilidad aunque todavía no se vea en la UCI. Lo dije cuando veía que las cosas no estaban controladas, pedí un confinamiento breve porque funciona pero creo que la segunda semana de febrero esto empezará a bajar.
¿Cuándo cree que se volverá a la normalidad?
— Cuando veamos que la vacuna es efectiva, que estamos inmunizados y que los contagios están controlados, espero que en verano ya haya una situación más estable.
¿Cuántos ingresos están teniendo de media a diario en la UCI?
— Ahora llevados dos o tres días con uno o dos pero hace una semana eran tres o cuatro, y eso nos preocupaba y nos hizo cambiar la forma de trabajo. Hacemos turnos de 12 horas para que haya más médicos para controlar las ocho unidades abiertas. Hay dos factores que nos ayudan a estar estables, uno que damos muchas altas y otra haber sumado doce camas de reanimación que nos deja ir más desahogados.
¿Cómo están las ratios?
— La de enfermeras no ha cambiado, hay una para cada dos pacientes, ten en cuenta que son enfermos muy complejos. Por médicos hay uno por cada seis u ocho.
¿Cree que tendrán que recibir a pacientes de Eivissa?
— El problema con estos pacientes es el traslado porque en las primeras horas necesitan una estabilidad máxima pero estamos a su disposición. De hecho el 18 % de los enfermos COVID que tenemos vienen de otros hospitales de Mallorca.
¿Una UCI llena puede incrementar la mortalidad de los pacientes?
— Es así pero la experiencia del personal de enfermería y de los facultativos también es importante, por ejemplo, nadie del servicio se ha contagiado directamente por los enfermos tras diez meses. Además cumplimos las ratios de trabajo.
¿Qué porcentaje de mortalidad hay entre los pacientes de UCI de COVID?
— Son Espases está en el 21 %, más baja que el 30 % general.
¿Cuánto tiempo se pasa de media un paciente de COVID en la UCI?
— Entre tres o cuatro semanas. Están totalmente dormidos una semana o diez días y después empezamos a bajar la sedación para despertarlo. Es un proceso lento porque lo toleran de forma diferente. Después los hay que quedan con una tetraparesia muscular importante y necesitan rehabilitación. Respecto a la primera ola hemos aprendido la dinámica de asistencia y puede que antes estuvieran más tiempo en UCI que ahora pero no hemos mejorado en cuanto a tratamiento, no hay ninguno específico aunque van muy bien los corticoides que son antiinflamatorios. Ahora ha llegado la vacuna.
La vacuna es más preventiva.
— Evita muchas muertes. Habrá que ver dentro de un año si tenemos todavía enfermos por COVID, si son residuales, o si a pesar de la vacuna hay casos graves como con la gripe. Alguno habrá.
¿Qué implica ser un enfermo COVID en la UCI?
— Ellos no se enteran, al despertar no recuerdan el tiempo que ha pasado pero para la familia es tremendo. En la primera ola estaban colgados al teléfono en casa porque no podían venir y para el personal fue muy duro ya que además de la labor asistencial tenían la psicológica de llamar para decir si un familiar había muerto. Afortunadamente ahora puede entrar un familiar y se queda en la puerta. Hay contacto visual, lo que es importantísimo.
¿Cuál es el estado anímico de su equipo?
— Llevamos diez meses, es cansado. Nunca hemos tenido una UCI limpia, cuando estábamos mejor había un remanente de pacientes y mantener esta situación es un desgaste... sobre todo para enfermería que se pasa todo el turno con el traje dentro del box, es durísimo.