La segunda ola aún no ha acabado y España ya se pregunta: ¿estamos ya en la tercera?¿Tercera ola o vamos a empezar una cuarta? La curva sube de nuevo en media España y Baleares la encabeza. La incidencia acumulada sube en la mitad del país y en la otra mitad deja de bajar. La situación empeorará porque ahora empieza a notarse el efecto del puente de la Constitución, donde el incremento del número de contactos, que se triplican, genera la duplicidad de contagios con un incremento del riesgo de contagio del 222%.
¿Cómo ha sido el proceso en Baleares?
Después de la primera ola en marzo, abril, mayo nos encontramos con estos datos:
5 de Julio: 5,65
5 de agosto: 69,34
26 de agosto: 357,32
7 de octubre: 129,28
6 de noviembre: 260,99
2 de diciembre: 214,19
9 de diciembre: 255, 25
16 de diciembre: 322,41
La cuarta ola en Baleares amenaza con afectar los efectos positivos de la campaña de vacunación de la Covid-19. Se teme que el aumento de contagios incida en la efectividad de la campaña, ya que tras la primera dosis es posible contagiarse en un plazo de 12-14 días.
Como en agosto, lo importante es que la tendencia ha cambiado. Hasta hace una semana, la incidencia acumulada (casos por 100.000 habitantes) a 14 días bajaba en todas las comunidades. Hoy sube en medio país y la previsión es que empiece a hacerlo en la otra mitad en la próxima semana. Y además estamos hablando de cifras 20 veces superiores a las de junio.
La relajación a finales de noviembre y principios de diciembre de las medidas impuestas en octubre para hacer rebajar la transmisión, la movilidad asociada al puente de la Constitución, cuyo efecto empieza a notarse ahora, y los mensajes equivocados sobre la Navidad están detrás de un empeoramiento que se mantendrá hasta mediados o finales de enero. El objetivo es tratar de minimizar este impacto ascendente y que la transmisión no llegue a la situación de octubre y noviembre. Difícil lo tenemos con la comunicación recibida por la ciudadanía sobre las Navidades.
La incidencia acumulada es en España de 214,12 casos, cuando el 9 de diciembre era de 188,72. 8 CCAA superan la media de 214 casos por cada 100.000 habitantes. La peor situación se registra en Baleares (338,42) y Madrid (276,99). Comunitat Valenciana (271,72), Castilla-La Mancha (261,70) y País Vasco (254,74) se sitúan igualmente ya en riesgo extremo. También llevan varios días empeorando Canarias, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura y Madrid. En otras, como Andalucía, Aragón, Asturias o Navarra, el descenso se ha frenado. No hay ninguna región con una incidencia inferior a los 125 casos por 100.000 habitantes y seis están por encima de los 250, el umbral de máximo riesgo según el plan aprobado por el Gobierno y las autonomías en octubre. Un suelo mucho más alto que al final de la primera ola, cuando la incidencia estaba por debajo de los 10 casos por 100.000 habitantes. Eso tendrá un efecto en los ingresos en hospitales y en UCIs, donde los cambios se ven con unas semanas de retraso con respecto a los contagios. Aunque llevan semanas mejorando, aún tienen cerca del 10% del total de sus camas ocupadas por enfermos de Covid-19, es de más del 20% si solo se tienen en cuenta las camas UCI. Una nueva ola epidémica, si sigue esta tendencia actual, nos pillará bastante saturados.
Además, el número de PCR en España por 100.000 habitantes es de 38.604, mientras que Baleares es de 42.299, por debajo de Navarra, Pais Vasco, que superan los 65.000 y de La Rioja, Asturias, Madrid, Cataluña, Cantabria, Castilla y León y Aragón. Andalucia y Canarias están en la cola de las CCAA, superando ligeramente las 25.000.
Por tanto, los contagios están subiendo. Si aplicamos una media de siete días a los datos diarios que publica el Ministerio de Sanidad, la tendencia es al alza desde el 9 diciembre, el día en que la tendencia cambió. De 6.300 casos se ha subido a 9.300. Aún lejos de los más de 20.000 que se llegaron a notificar a principios de noviembre, pero que supone un aumento del 47% en apenas una semana.
La cifra oficial total de fallecidos por coronavirus se eleva a 48.777. En los últimos 7 días han muerto por la enfermedad 5.763 personas en España. El número total de contagios alcanza 1.785.421. Las cifras de fallecidos por la Covid son equivalentes a que en España se estrellara un avión tipo Airbus 320 o un Boeing 747. Si oyéramos cada día una noticia como ésta, seguro que nos horrorizaría mucho más. Se ha diagnosticado un 15% menos enfermos con cáncer y se ha atendido un 40% menos de primeras visitas de enfermedades mentales durante la pandemia. Desde hace años, ahora se ha incrementado la gravedad de infartos cardiacos e ictus que se han visto en estos meses.
La vacunación, apuntan, es la salida del túnel. En las últimas semanas todos hemos visto las buenas noticias sobre varias vacunas dirigidas al SARS-CoV-2, que han demostrado una gran eficacia al prevenir el desarrollo de la enfermedad. El hecho que sean varias las vacunas que han demostrado este beneficio claro, y que el número de personas que han participado en estos ensayos clínicos sea muy grande, todavía nos da una mayor información sobre su seguridad y la confianza que tenemos en ellas. El programa de vacunaciones será fundamental, y desde aquí animo a la población a vacunarse tal como indiquen las autoridades sanitarias para conseguir cuanto antes mejor la inmunidad comunitaria. Pensando en el bien común, hasta entonces tendremos que seguir cumpliendo estas medidas (de prevención).
Por otra parte hemos visto en la segunda ola de la pandemia que las medidas de distanciamiento físico y el uso continuado de la mascarilla fuera del ámbito estrictamente unifamiliar (burbuja) son imprescindibles para evitar la diseminación de la infección. También hemos visto que la mejora en el conocimiento de cómo tratar de forma eficaz a las personas que desgraciadamente acaban sufriendo la enfermedad ha mejorado significativamente la mortalidad causada por el virus. Aún así, el número de personas que desarrollan la enfermedad sigue siendo muy elevado, al igual que el número de enfermos que desarrollan secuelas después de superar la infección, y de éstos todavía no sabemos cómo evolucionarán a medio y largo plazo.
En la segunda ola se intentó preservar al máximo las otras actividades sanitarias no relacionadas con la pandemia. Nuestro sistema sanitario, como los de la mayoría de países de nuestro entorno y similar grado de desarrollo, es muy bueno y eficiente especialmente si consideramos el bajo porcentaje que dedicamos del PIB. Pero estos sistemas sanitarios están siempre bastante tensionados y en algunas ocasiones al límite, debido a múltiples causas que entre otras incluyen el aumento demográfico, el envejecimiento de la población, la pluripatología, y la limitación de recursos.
¿Cómo podemos afrontar la tercera ola o cuarta ola con la máxima seguridad sanitaria para nuestra sociedad? Nos enfrentamos a una tercera ola, no sé si ya una cuarta, con la ciudadanía cansada por todo el esfuerzo de la limitación de la movilidad y socialización hecho hasta ahora, con unas pérdidas económicas muy importantes en Baleares en el sector hostelero y de restauración y una situación de crisis que no se recuerda desde el final de las guerras europeas del siglo pasado, y que afecta a muchísimas familias. Asimismo, los profesionales de los ámbitos sanitarios y sociales están muy fatigados. Por estos motivos, entre otros, nos tenemos que tomar muy en serio las recomendaciones epidemiológicas y sanitarias que sean más apropiadas para que el impacto de la tercera ola sea el menor posible tanto en enfermos afectados de Covid-19 como en los que tienen otras enfermedades y que precisan un diagnóstico, tratamiento y seguimiento adecuados. Una nueva situación de emergencia sanitaria, como pasó en la primera ola, produciría una pérdida de salud en la sociedad que nos costaría muchos años volver a recuperar.
Que nos encontremos en la salida del túnel en los aspectos de salud de nuestra población dependerá en gran parte de cómo afrontamos los meses que nos quedan con espíritu de sacrificio para conseguir que se cumplan las medidas de protección y distanciamiento físico, la responsabilidad social y la vacunación adecuada. El «número de aviones que se estrellarán en los próximos meses» dependerá de lo que hagamos en las próximas semanas y en las fiestas de Navidad. De todos nosotros depende y será nuestra responsabilidad, además del de las autoridades. Esperemos que no lleguemos a esa cuarta ola que nos amenaza.