Los vecinos de Pere Garau salieron este viernes a la calle para denunciar la falta de equipamientos, limpieza y seguridad que padecen y exigir un «barrio digno». El colectivo de Facebook ‘Pere Garau y su gente', creado hace cerca de cuatro meses y que ya cuenta con más de 700 miembros, denuncia que Cort les trata como «un barrio de segunda» y que el dinero que se ingresa en esta zona, en la que residen cerca de 30.000 personas, «se reinvierte en otros barrios pero nunca aquí»
«Tenemos la misma población que Inca o qué Ávila, y alguien se imagina que en alguna de estas dos poblaciones no hubiera ni una biblioteca o una sola pista deportiva, por ejemplo», pregunta Israel Molina, administrador del grupo de Facebook. La lista de demandas es larga, pero lo principal ahora mismo, dice, «es un nuevo centro de salud, más seguridad y más limpieza».
Molina recuerda que el Consistorio alega que en este barrio es donde más invierte en limpieza, «y no es mentira», replica; «pero lo que no dice es que ese dinero va casi todo destinado al Mercat de Pere Garau, que se limpia cuatro veces por semana, y el barrio es mucho más que este mercado», explica Molina.
La seguridad es otro de los problemas y por eso exigen más presencia policial, «los días de mercado la zona se convierte en un caos de tráfico y estamos cansados de denunciar los conflictos que hay en la plaza Encarna Viñas o en la plaza de las columnas, donde los niños no pueden ir porque siempre hay personas consumiendo alcohol o drogas».
En cuanto al centro de salud, los vecinos saben que es competencia del Govern, pero opinan que Cort «no puede desmarcarse, echar balones fuera no vale».
Falta voluntad política
La falta de equipamientos municipales, asegura el administrador, «es dramática». Tan solo tienen «una Oficina de Atención al Ciudadano para recaudar impuestos y realizar trámites burocráticos y un casal que es una farsa». Pero, añade, «carecemos de centro cultural, de biblioteca, los jóvenes no tienen donde reunirse ni donde practicar deporte y tampoco se realiza en el barrio ni una sola actividad cultural, ni para mayores ni para niños, más allá de la celebración del Año chino». Por último, denuncian el problema de acceso a la vivienda y el inicio de un proceso de gentrificación en el barrio.
Ante todo ello, Molina lamenta que el alcalde José Hila «tiene siempre una voz muy amable, nunca se enfada y resulta difícil enfadarse con él, pero luego demuestra que no hay voluntad para invertir en este barrio».