El especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, Joan Carles March, analiza la evolución de la pandemia de COVID-19 en España y Baleares y señala que «las Islas podría librarse del confinamiento domiciliario si se aplican otras restricciones».
El mallorquín es uno de los principales expertos en COVID-19 de España y uno de los científicos que han pedido al Gobierno una revisión independiente de la gestión de la pandemia para evitar los errores que se han cometido hasta la fecha. De hecho, el pasado fin de semana estuvo reunido con el ministro de Salud, Salvador Illa.
¿Cree que el confinamiento es inevitable en toda España?
—Para mi es inevitable. Las cifras que estamos teniendo en estos momentos en España de más de 250.000 casos en la dos últimas semana, de 55.000 casos en el último fin de semana, de una incidencia acumulada de más de 500, de una mortalidad de casi 1.000 personas que han fallecido en una semana, de una positividad en PCR que supera los 13 puntos, de un incremento importante de alrededor del 40% en casos en residencias, de más de 18.000 personas hospitalizadas y más de 2.500 camas de UCI llenas, nos obligan al confinamiento domiciliario. Y más viendo lo que han hecho el resto de países europeos.
El virus nos lleva la delantera desde el primer día y ello está generando una situación muy complicada en los servicios sanitarios, tanto en ingresos como en casos en las UCI que están saturando centros sanitarios de muchas zonas del país, con una atención primaria sobrepasadísima y sin haber sido reforzada y con una salud pública que no ha recibido el trato necesario ante una pandemia de este tipo, con una situación de partida que tenía casi sin recursos. A eso hay que añadirle que el rastreo no se hace bien (solo dos contactos de medía por caso), los aislamientos y cuarentena no se cumplen, hay un infradiagnóstico importante (por cada caso diagnosticado hay tres no diagnosticados).
¿Baleares podría permitirse no hacer un confinamiento domiciliario?
—Baleares podría librarse del confinamiento domiciliario si aplica otras restricciones. Baleares tiene mejores cifras que la gran mayoría de CCAA, excepto Canarias. Eso, y el hecho de ser unas islas le favorecen para no tener que entrar en el mismo cajón que el resto de CCAA. Dicho esto, creo que si se quieren bajar las cifras de Mallorca e Ibiza, que tienen datos más elevados que Menorca y Formentera, es necesario trabajar duro con medidas más estrictas, tanto en el teletrabajo, como en el transporte público, en bares, restaurantes, pubs, gimnasios, el comercio no esencial, etc. Para bajar más los contagios hay que tomar medidas más duras que las existentes y no son toques de queda.
La vicepresidenta del Gobierno ha pedido esperar hasta el 9 de noviembre para decidir sobre el confinamiento, ¿se puede esperar tanto?
—Yo creo que no se debería esperar tanto. Sé que esta es la postura del Gobierno que nos anunció el otro día el ministro de Sanidad al grupo de profesionales que pedimos en dos artículos la evaluación de la gestión de la pandemia. Yo creo que llegamos tarde de nuevo. Creo que es necesario hacer un cortocircuito a la situación actual.
En una revisión de la evidencia sobre confinamientos y cuarentenas en COVID-19, se dice que la eficacia es importante tanto en reducción de la mortalidad como en disminución de nuevos casos, con una reducción de entre 31-76 % en mortalidad y de entre 44-96 % de nuevos casos.
También dice el estudio que las medidas son más eficaces y menos costosas cuanto antes se inicien. Este punto me parece central. Llegamos otra vez tarde a la toma de medidas. Y llegar tarde hace que los confinamientos deban ser más largos.
Probablemente, aunque tarde, España hará confinamiento y probablemente es posible que haya que hacer confinamientos periódicos estratégicos cada cierto tiempo en función de la evolución de las cifras de la COVID-19.
¿El confinamiento debe ser cómo el de la pasada primavera?
—Probablemente no es necesario de entrada parar el sistema educativo. La educación ha hecho un esfuerzo en estos meses muy a valorar y destaco lo hecho en Baleares. Todo el sector educativo ha trabajado mucho y bien ante la COVID, tanto profesorado, como alumnado, como padres y madres, como administración.
Lo que ha planteado el Govern balear de comprar medidores de CO2 de las aulas y de hepas para filtrar el aire me parece que va en la buena dirección. Por eso se puede plantear inicialmente no cerrar los colegios a expensas de valorar cómo van bajando la cifras de contagios y de ingresos.
Por tanto, en principio va a tener diferencias. Creo que también debería tenerse en cuenta la necesidad de los pacientes crónicos de poder hacer actividad física. Ya sé han sentido suficientemente olvidadas y abandonadas las personas con enfermedades crónicas para añadirle la imposibilidad de poder tener su tratamiento global.
¿Hay medidas alternativas al confinamiento?
—Yo creo que en estos momentos ya no hay alternativa. Creo que hace un mes deberían haberse puesto en marcha medias más duras y contundentes como algunos hemos ido reclamando en diversos espacios.
Se podría haber hecho una especie de tercera vía con teletrabajo de todas las empresas que lo pudieran hacer, que hubiera entradas diferenciadas en horas en las empresas, lo cual repercutiría en el transporte público, aumentar el número de vagones y su frecuencia en determinadas horas del día, así como los autobuses. Además, se podrían haber cerrado comercios no esenciales y grandes superficies, bares y restaurantes (al menos en sus interiores), gimnasios, pubs,....
El problema es que estas medidas deberían haberse tomado en las primera quincena de octubre y no solo los confinamientos perimetrales y los toques de queda, cuya eficacia ante la COVID-19 no está plenamente demostrada.
Junto con ello, la pandemia necesita más recursos para la Atención Primaria y más recursos para la salud pública. Si eso falla, se cargan las UCIs donde los pacientes no deberían de llegar. Además es importante una inversión en cambio de modelo actual en las residencias. Necesitamos residencias más pequeñas y con más personal, con mejores servicios y con medidas que ayuden a disminuir el número de casos que se producen en las mismas.
¿Se podría haber evitado esta situación?
—Se podría haber evitado, pero para eso deberíamos volver a junio. Deberíamos volver a empezar la desescalada. Deberíamos volver a no tener prisa, a ir poco a poco, a mejorar la Salud Pública y la Atención Primaria para empezar, con más profesionales, a preparar los indicadores y los umbrales, a tener qué medidas podemos poner en marcha en función de cómo van las cifras, a preparar las residencias, a tener hoteles preparados para la atención de personas confinadas que no tiene los recursos adecuados para hacerlo bien, a tener hoteles para atender mejor a las personas mayores en residencias con casos de COVID-19,....
Y también tenemos que mejorar la comunicación y la unidad de acción. No puede ser que haya habido tanta bronca y tanto lío en la gestión de la pandemia. Creo que los partidos políticos se han equivocado en la crítica a la medidas. Creo más importante sumar que poner trabas. La falta de unidad de acción genera mortalidad.
Sobre la comunicación, creo que hubiera sido mejor un papel de científicos de apoyo a Fernando Simón, creo que hubiera sido mejor profesionales de sociedades científicas más que militares, guardia civil o policía nacional en las ruedas de prensa, creo que hubiera sido mejor algunas comparecencias del ministro de sanidad con consejeros/as o del presidente del gobierno con presidentes de CCAA. Todo ello hubiera ayudado a mejorar la comunicación con la ciudadanía que sin duda eso hubiera favorecido una mejor confianza con quien decide. Está claro que dictar normas y dar consejos no es suficiente para cambiar las conductas de las personas.
No puede ser que la gente reciba una cantidad de medidas sin saber que me toca a mi. No puede ser que la gente oiga diferencias entre CCAA y entre CCAA y el Gobierno central. Al final se hace un lío para poder tomar sus mejores decisiones. Y eso no puede ser, la comunicación ayuda a mejorar la atención, a mejorar la relación con los servicios de salud, para mejorar su forma de actuar. Y en ello se ha tenido menos en cuenta de lo que se debería. Y un ejemplo claro ha sido la distancia con los jóvenes, la dificultad para llegar a ellos, la falta de contar con ellos. Además, el empoderamiento y la participación activa de la ciudadanía, ayudaría a disminuir contagios y aplanaría la curva. Por tanto no culpabilizar, no señalar ni estigmatizar sino promover la salud sería una solución para que los mensajes entren mejor.
¿Qué han hecho mal España y el resto de países europeos?
—Está claro que hay cosas que se han hecho bien y otras mejorables y muy mejorables sin duda alguna. Yo creo que una de las cuestiones que ha fallado España es la falta en estos momentos de un comité de expertos o mejor dicho unos comités de expertos como hace Suiza (sobre vacunas, sobre Salud Pública, sobre clínica, sobre virología, sobre inmunidad, ....). Al inicio hubo un comité pero desapareció y es necesario o mejor dicho imprescindible para poder tomar las mejores decisiones (quienes toman las decisiones tiene que ser los políticos) a partir de la visión de los expertos, de los científicos. Creo que en eso se ha fallado, al menos en España
Además, y no solo en España, el abordaje predominante es resultado de un sistema sanitario centrado en la enfermedad, con un enfoque biomédico y hospitalocentrista que olvida la promoción de salud y la participación comunitaria en salud. No se ha tenido en cuenta algo tan fundamental como es la influencia que los determinantes sociales y las condiciones de vida de cada población y de cada pueblo y ciudad, están teniendo en el desarrollo de la pandemia. Y en ello, es fundamental visibilizar a los invisibles, porque las condiciones de vida influyen en la desigual distribución del virus. Es evidente que las distintas medidas deben adaptarse a la comunidad a la que se dirigen, sin disociar la salud de lo social y con especial enfoque a los grupos más vulnerables, a las personas excluidas, a los barrios con peores niveles sociales y de salud. Las personas vulnerables y que sufren desigualdad (personas refugiadas y personas migrantes, personas socialmente aisladas, sin hogar, personas mayores en residencias, personas con enfermedad mental y las mujeres y niñas y niños en riesgo de violencia de género) se verán más negativamente afectadas por la COVID-19.
¿Cree que España llega tarde al confinamiento, en comparación con el resto de países de Europa?
—España creo que llega tarde otra vez. Hubiera sido necesario haber tomado decisiones hace semanas. No se perdieron las medidas en junio y encontrando los problemas en julio y agosto inicialmente y mayormente en septiembre y octubre; y seguimos empeorando. Se han puesto en marcha algunas medidas de interés, pero el problema es que ha sido un proceso de incremento de la dureza de medidas gradual, sin irse al final de las medidas e ir bajando. El ir por detrás del virus ha sido y es un problema.
Necesitamos una visión más global, más amplia, más diversa, más comunitaria, mejor comunicada, con más expertos y menos políticos y con mayor atención a las diferencias y a las desigualdades. Y unas decisiones más duras, contundentes y amables. Por cierto, a la pandemia le falta liderazgo, uno de los grandes problemas de la gestión de la misma, que nos lleva a una falta de consenso y de confianza. Mucho por aprender.