Tras ocho meses de parón absoluto, la paciencia de los feriantes de Mallorca se ha agotado y se han presentado este martes a las once de la mañana en la puerta del Parlament para protestar por su dramática situación. Aprovechando la celebración del pleno semanal, los feriantes han ido armados de pancartas y con un buen estruendo han hecho llegar su malestar a los diputados, consellers y a la presidenta Francina Armengol, cuya dimisión estaban reclamando a gritos.
«No pedimos ayudas, solo queremos trabajar», repetían los feriantes, que no han podido participar en ninguna festividad en ningún ayuntamiento. Solo hubo una excepción: «El Ajuntament de Palma nos dejó funcionar un mes», señaló Javier Clavijo.
Coches de choque, camas elásticas, tiovivos o castillos hinchables han quedado en un limbo en el que no pueden acogerse de ninguna manera. «En el BOIB nos cierran pero no hay destinada ninguna cartera de ayudas para nosotros y tampoco nos permiten trabajar», dice Javier Barranco, presidente de los feriantes de Mallorca. Y menciona el caso de feriantes que están acogidos en la categoría de mercaderes dentro de la Seguridad Social, «una actividad que puede seguir funcionando y, por lo tanto, no pueden acceder a las ayudas aunque se nos esté prohibido operar».
Barranco acababa de salir de una reunión con Manuel Porras, director general de Promoció Econòmica, Emprenedoria i Economia Social i Circular, en la que el Govern ha informado de que «como no somos un sector muy amplio, una ayuda para nosotros este año va a ser imposible. Y en 2021 será difícil, no saben si podrán destinar alguna para nosotros».
Con la cancelación de todas las fiestas y ferias de la isla, estas familias llevan más de ocho meses sin ningún tipo de ingreso mientras siguen pagando hipotecas, seguros y leasing de sus atracciones. «Hace tres meses se nos acabaron los ahorros. Ahora ya estamos dejando de pagar las facturas y me han tenido que regalar los libros del colegio de los niños porque no podemos más», dice Javier Clavijo.